domingo, 23 de marzo de 2008

Grandes deportistas que fracasaron en los juegos

Desgraciadamente la combinación entre preparación y talento no siempre aseguran la victoria… las lesiones, un mal día, un boicot olímpico o un golpe de mala suerte puede hacer que hasta el máximo favorito acabe fracasando en la cita olímpica, como le pasó a Navratilova, Bubka, Kaminaga… ¿Conoces tú alguno?

Por Tomás Verleín


AKIO KAMINAGA

Kaminaga (22 Diciembre de 1936) representa la tragedia que, en algunas ocasiones, acompaña a los Juegos Olímpicos. En los juegos de Tokio de 1964 y tras duras deliberaciones con el COI, Japón había conseguido incluir su deporte nacional, el judo, dentro del programa olímpico. Sus deportistas partían con la ventaja de competir en la cuna del judo y con el apoyo de sus aficionados. Todos esperaban que la estrella local, Akio Kaminaga, dos veces plata en el campeonato del mundo, pudiera ganar el oro para el país nipón y ayudar a curar, de esta forma, las cicatrices de la II Guerra Mundial.

Sin embargo, y pese al optimismo reinante, Kaminaga no era el claro favorito. Las reglas de la competición dividían a los participantes según su peso, pero existía una categoría denominada ‘abierta’ en la que podían competir todos aquellos que sobrepasaran los 80 kilos. Kaminaga llegó a la final, pero también Anton Geesink, un holandés de 1,98 y 114 kilos de peso. El japonés hizo lo que pudo con sus 1,70 y 80 kilos, pero no consiguió imponer la máxima de que en el judo lo que prima es la habilidad y no el tamaño, en parte porque el propio Geesink era más hábil que Kaminaga. Pero los 15.000 espectadores que abarrotaron el estadio no lo sabían o no querían creerlo. Geesink inmovilizó a su rival cuando sólo habían transcurrido 9 minutos de combate. Era un digno campeón olímpico, pero los japoneses enmudecieron al ver a Kaminaga derrotado, y con él, a todo un país. La presión de perder la final fue demasiado fuerte para el judoka japonés, que se suicidó dos años después de los Juegos, incapaz de salir de la depresión que su ‘fracaso’ le había producido.


SERGEI BUBKA

Fue el rey de la pértiga durante más de una década, consiguiendo seis Sergei Bubkacampeonatos del mundo y uno júnior. Es el plusmarquista vigente de la especialidad (6,14 metros conseguidos en Sestriere, Italia, en 1994), batió su propia marca 35 veces, 17 al aire libre y 18 en pista cubierta, premio Príncipe de Asturias del Deporte en 1991… su currículum es tan extenso que abrumaría a cualquier atleta de primer nivel. Serguei Bubka (Voroshlilovgrad, 4/12/1963) es el mejor saltador de pértiga de la historia, es más, siendo justos, bien se podría decir que “él inventó la pértiga moderna” introduciendo nuevas técnicas de entrenamiento para fortalecer los brazos y mejorar en la carrera, o construyendo pértigas personalizadas (fabricadas en fibra de vidrio y grafito por la empresa Sky Pole, en EE.UU.) que le ayudaban a batir sus marcas. Sin embargo, y pese a todos sus logros, Bubka nunca llegó a triunfar del todo en los JJ.OO.

Actuación en los Juegos

Sergei Bubkaen los siguientes campeonatos del mundo, con oros en 1991, 1993, 1995 y 1997, pero ese brillante historial quedó manchado por su mala racha en los Juegos Olímpicos que comenzó en 1992, en Barcelona. Bubka partía como indiscutible número uno de la especialidad, pero la combinación fatal de mala suerte y presión pusieron nervioso al ruso, que hizo nulo en sus cuatro intentos. Había perdido toda posibilidad de conseguir la medalla de oro. La siguiente cita –Atlanta 1996– no fue mucho más positiva ya que unos problemas en el tendón de Aquiles le impidieron competir. Sus últimos juegos, en Sydney, fueron su despedida. El ‘Zar’ ni siquiera pasó el corte (5,60), altura que sobrepasaba con los ojos cerrados cuando tan sólo tenía 17 años.


Una máquina al servicio de la pértiga

Pese a su pobre actuación en los Juegos, Serguei Bubka es considerado unánimemente como el mejor pertiguista de la historia. Su impecable técnica, así como sus extraordinarias condiciones físicas (con 1,85 de altura y 80 kilos de peso, Bubka, corría los 100 metros lisos en 10’’46 y realizaba saltos de longitud que bordeaban los ocho metros, todo al servicio de su carrera, compuesta por 22 zancadas) fueron la clave de su dominio. Pero lo verdaderamente impresionante eran sus brazos, capaces de levantar pesas de 90 kilos a velocidades de vértigo: una potencia que le permitía doblar su pértiga (tan dura que cualquier otro saltador podría lesionarse al intentar utilizarla) como si fuera de goma –ejerciendo sobre ella una fuerza superior a los 170 kg–.


MARTINA NAVRATILOVA

Es una de las tenistas más grandes de todos los tiempos y dominadora del tenis femenino en los años 70 y 80 (junto con Chris Evert primero y Steffi Graff después). Su palmarés asusta: 18 victorias en torneos de Grand Slam femenino (tanto enMartina Navratilova individuales como en dobles), 163 torneos de la WTA, 6 torneos del Masters femenino y 5 Copas Federación (el equivalente femenino a la Copa Davis). Sin embargo, todos estos números y trofeos no hablan de la importancia que tuvo Martina Navratilova (18 de Octubre de 1956, Praga –Rep.Checa–) para el tenis. Su estilo de juego –serio, agresivo, atacando al rival con continuas subidas a la red– se apoyaba en un físico poderoso, 1,73 metros y 65 kilos de pura fibra, para dominar el ritmo del juego de cada partido con su potente revés a una mano y su volea, la mejor del circuito femenino. Y, sin embargo, Martina tampoco triunfó nunca en los JJ.OO.

La última oportunidad

Martina
nunca había podido disputar unos Juegos Olímpicos, en parte debido a que el tenis no apareció como deporte oficial hasta Seúl 88, pero también porque no quiso hacerlo. Desestimó su participación en Corea por cansancio, en Barcelona 1992 por no romper un contrato publicitario que le obligaba a vestir una determinada marca de ropa deportiva en todas las competiciones que disputaba (y que no coincidía con la firma que vestía a la delegación americana), y en Atlanta y Sydney porque ya estaba oficialmente retirada del circuito profesional desde 1994. Pero el peso y el prestigio de una medalla olímpica le impulsaron a intentar la hazaña de hacerse con un metal en dobles femeninos en Atenas 2004, con 47 años de edad. La decepción fue mayúscula. Su compañera Lisa Raymond y ella partían como las cabezas de serie número 3, pero fueron eliminadas en cuartos de final por la pareja japonesa formada por Shinobu Asagoe y Ai Sugiyama. Un duro golpe para Navratilova.

La otra cara de la moneda

Si Martina es la viva imagen de una carrera impresionante en el tenis sin premios olímpicos, Steffi Graff cumple con lo primero y añade al lote dos medallas. La alemana consiguió en 1988 completar el Golden Slam, es decir, ganar en el mismo año el Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon, el US Open y la medalla de oro olímpico. Algo que no ha obtenido nadie en la historia del tenis y que hace que Steffi pueda mirar por encima del hombro a su marido, Andre Agassi, que también tiene la medalla de oro obtenida en Atlanta 1996 y los cuatro Grand Slam, aunque no todos en el mismo año. Por cierto, Steffi también ganó la medalla de bronce en doble femeninos en Seúl y la de plata en individuales en Barcelona 92.


ZOLA BUDD Y MARY DECKER

Mary Decker

Estas dos atletas representan a la perfección como el exceso de rivalidad puede ser contraproducente. La sudafricana Budd era una promesa que se acababa de convertir en realidad: había batido el récord del mundo de 5.000 metros dejándolo en 15’01’’, pero no había sido homologado por la IAFF (Federación Internacional de Atletismo) porque Sudáfrica estaba excluida de toda competición internacional debido al Apartheid, Juegos Olímpicos incluidos. La solución vino de la mano del gobierno inglés que, aprovechando que el abuelo de Zola había nacido en Inglaterra, consiguió nacionalizarla para que pudiera participar en Los Angeles 1984; en la prueba de los 3.000 metros y corriendo descalza, como hacía siempre. Su cambio de bandera provocó polémica: muchos otros países y medios de comunicación protestaron, lo que desestabilizó a la atleta. Ya en la competición, Budd tenía como máxima rival a Mary Decker, Campeona del Mundo en 1983 y la otra gran favorita para ganar la medalla de oro. La final fue un producto de la tensión que había entre las dos: empezó lenta, pero hacia la mitad de la carrera, Zola se puso en cabeza para marcar el ritmo, Decker se colocó detrás de ella y ambas comenzaron a forcejear. En cuestión de un segundo, sus piernas tropezaron y las dos acabaron por el suelo. Decker se lesionó en la pierna y tuvo que abandonar, Zola pudo seguir a duras penas y sólo fue séptima. Poco importó quien fue la ganadora de aquella prueba (la rumana Maricica Puica), porque los países de las dos atletas llevaron el asunto al terreno político, consiguiendo que la polémica ocultara que el comportamiento antideportivo de estas dos grandes deportistas les había impedido ganar una medalla para su país.


OTROS CASOS

Aparte de los citados, también podríamos destacar otros deportistas que no tuvieron su día en los JJ.OO, como Mark Spitz, que partía como máximo favorito en México 68 y se fue de vacío (si bien sus siete medallas de oro en Múnich cuatro año después compensaron este fracaso); o como Jürgen Hinsen, quien participó en los Juegos Olímpicos de 1984 con el récord del mundo de decatlón, siendo derrotado por Daley Thomspon, su gran rival y al que nunca consiguió ganar en ninguna competición, y en Seúl 1988 –ya sin Daley en la competición– donde fue descalificado por hacer tres salidas nulas en la prueba de 100 metros lisos.


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Judo. ¿Puede una sola persona crear un deporte?

Sí. El japonés Jigoro Kano lo consiguió a finales del siglo XIX. Además, colaboró a su expansión, convirtiéndolo en uno de los deportes más populares del mundo. ¿Cómo lo hizo?

Por Mikel Iruretagoyena

Las artes marciales japonesas codificadas entre los siglos XIX y XX, entre las que se encuentra el judo, tienen como origen común el Ju Jitsu. El ideograma Ju corresponde a los conceptos de ‘adaptabilidad’ y ‘armonía’ y representa la posibilidad de adaptarse a las circunstancias sin oponer resistencia física ni espiritual, sino aprovechando para lograr ventaja la energía y la fuerza que nos viene impuesta. La imagen del bambú doblado en el suelo por la fuerza de la tempestad, pero que cuando ésta ha pasado se levanta con vigor, muestran perfectamente el concepto de Ju. Por su parte, el ideograma chino-japonés Do significa ‘camino’ o ‘método’, y se refiere al camino que se necesita recorrer para llegar al conocimiento, para vivir una existencia de hombre libre, aprovechando los aspectos positivos del siempre problemático acto de elegir.

Jigoro Kano y el nacimiento del Judo

El judo fue concebido y codificado por el profesor Jigoro Kano, quien dedicó toda su vida al desarrollo y evolución de esta disciplina en el mundo. Kano nació el 18 de octubre de 1860 en Mikage, una pequeña ciudad cercana a Kobe -Japón-. El joven Kano se mostró como un niño prodigio en los estudios pero, por su débil constitución, era incapaz de practicar los juegos entonces de moda. Eso le llevó a ser maltratado por sus compañeros más robustos. Decidió entonces desarrollar su físico mediante un programa de potenciación muscular; pero esa era una empresa complicada en el Japón de aquellos tiempos. Aún así, Kano consiguió un equipamiento de béisbol y, en 1878, fundó el primer club de béisbol de Japón, el Kasei Baseball Club. Como de esta forma tampoco logró desarrollar mucho su físico decidió pasarse al Ju Jitsu. No fue sencillo, ya que en ese momento este antiguo arte marcial había perdido todo su prestigio. El declive se había producido por la introducción de las armas de fuego, que habían cambiado completamente las técnicas de combate, eliminando casi por completo las técnicas de manos desnudas.

En 1877, Kano se matriculó en la Facultad de Letras de la Universidad de Tokio y, evitando el control paterno, pudo entrar a formar parte como alumno de Ju Jitsu de la escuela de Hachinosuke Fukuda, el primero de los tres grandes maestros que llevaron a comprender al joven Kano los secretos de las dos escuelas fundamentales. El maestro Fukuda pertenecía a la escuela de Tenshin Shinyo Ryu: estaba especializada en los Atemi JudoWaza (técnicas de percusión), los Osaekomi Waza (técnica de control e inmovilización) y los Shime Waza (técnicas de estrangulación). Fukuda mostraba a sus alumnos las técnicas y les invitaba a realizarlas una vez tras otra, dando muy pocas explicaciones teóricas. Antes de morir, impresionado por la pasión y voluntad que animaban al joven Kano, le dejó en herencia los Densho (textos secretos de la escuela). Kano encontró un nuevo maestro para continuar su trayecto por el camino del conocimiento; se trataba de Mataemon Iso, el Waka Sensei (joven maestro). Mataemon Iso estaba dotado de tal habilidad técnica que enseguida Kano lo reconoció como único. Kano perfeccionó su técnica y fue reconocido como maestro de ambos Ryu (escuelas), lo que legalmente le permitía fundar un nuevo Ryu al que llamó Kodokan (punto para el estudio del camino, del método): fue en 1882, año en el que nació el Judo.

Dando forma a un nuevo deporte

La diferencia conceptual entre las escuelas de Ju Jitsu y el nuevo judo Kodokan era que la primera se basaba en defenderse del adversario más fuerte, mientras que la segunda era un método para educar a los hombres en el respeto recíproco, con el convencimiento de proceder, a la vez, de forma inteligente. La primera sede del Kodokan, inaugurada en febrero de 1882, fue una sala del pequeño templo budista de Eisho, preparada con 12 tatamis (la colchoneta sobre la que se practica el judo). La inscripción de los alumnos en el registro fue firmada con sangre, siguiendo la tradición del Kodokan.
Kano debió también idear una vestimenta adecuada para esta práctica: optó por un kimono de algodón blanco (judogui), corto hasta las caderas, holgado, y con un cinturón de diversos colores (blanco, marrón y negro) según el grado de experiencia técnica alcanzado, con pantalones también blancos y largos casi hasta el tobillo. La expansión de la escuela fue rápida gracias a las repetidas victorias sobre todas las escuelas de Ju Jitsu que desafiaban al Kodokan. Su ampliación fue continua hasta 1958, cuando se trasladó a su actual sede, que permite la práctica de centenares de judokas gracias a sus 662 m2 de tatami, divididos en siete salas.

El primer presidente del Kodokan fue el mismo Jigoro Kano. Después, en 1894, fue fundado el consejo del Kodokan; seis años después fue instituido el Yudansha Kai (Asociación de los Dan, o grados de cinturón negro); en 1949 se fundó la federación de Judo, que absorbió a la Asociación de los Dan y estableció su sede central cerca del Kodokan.

Educador por vocación natural y por íntima convicción, creyó siempre que “nada es más importante que la educación” y llevó adelante esta idea, aunque manteniendo y cultivando la tradición de su país. Contribuyó a difundir el deporte y ocupó importantes cargos: en 1909 se convirtió en el primer miembro japonés del Comité Olímpico Internacional -COI- y, dos años más tarde, fundó la Asociación Atlética Japonesa y fue su primer presidente. Desde los Juegos Olímpicos de 1912 en Estocolmo, Kano fue el representante de Japón en todas las reuniones del COI. En 1938, en El Cairo, logró que Tokio fuera designada sede de la XII Olimpiada. Este acto fue su última labor a favor del deporte japonés: en el viaje de regreso a su país, el 5 de mayo de ese mismo año, murió en el barco Hikawa Maru debido a una pulmonía fulminante.


Así es un combate


El local que alberga un combate de judo se denomina Dojo (literalmente, lugar donde se estudia el método): en él está situado el tatami, una colchoneta de ocho metros de largo por otros ocho de ancho y unos cinco centímetros de alto que amortigua las constantes caídas.
Se considera ganador de un combate al judoka que consiga la máxima puntuación -denominada 'ippon'- durante el tiempo del combate (que, generalmente, es deJudo tres minutos). El árbitro es quién decide, a la vista de la ejecución técnica de la llave, la puntuación que ésta merece. Si se realiza de forma perfecta se le concede 'ippon' y gana el combate. De igual forma, la suma de dos wasaris equivalen a un 'ippon'. Un 'wasari' es una puntuación inferior al 'ippon', debido a que no se ha realizado la técnica de la llave de forma perfecta. Por debajo del 'ippon' y del 'wasari' encontramos el 'yuko' y el 'koka'. En ningún caso, la suma de varias de estas puntuaciones pueden sumar un 'ippon'. Transcurrido el tiempo de combate, gana el judoka que, sin haber conseguido un 'ippon', tenga mayor puntuación.
Además, ante una conducta antideportiva o una falta de combatividad se pueden recibir sanciones: 'shido' (un 'koka' para el contrincante), 'chui' (un 'yuko' para el adversario) o 'keikoku' ('wasari' para el rival). El sistema de sanción es progresivo. Es decir, un judoka que recibe una sanción y persiste en su conducta recibirá otra aún mayor. Si ha recibido un shido, la siguiente sanción será un 'chui' y la próxima un 'keikoku'… si recibe un segundo keikoku' quedará eliminado (su adversario obtiene dos 'wasari' y por tanto gana el combate por 'ippon').

El Judo como deporte

El judo aparece por primera vez en una competición deportiva internacional en París, concretamente en los campeonatos de Europa de 1951. Los primeros Mundiales se celebran en Tokio en 1965; donde en 1964 y durante los Juegos de ese año, este deporte ya se había estrenado como una de las disciplinas oficiales con novedades en las categorías a las que accedían los participantes: se organizaban por el peso: siete para las féminas: 48-52-57-63-70-78, y más de 78 kilos; y otras tantas para los hombres: 60-66-73-81-90-100, y más de 100 kilos. Este detalle altera los principios del Judo Kodokan de Jigoro Kano, pero era necesario por la objetiva superioridad física de los atletas más pesados que, a despecho de la aplicación de los principios técnicos, dominanJudo españoles sobre los más ligeros. Desde entonces, con el apoyo decidido del COI y de la Federación Internacional, organizadores de las manifestaciones deportivas, estas competiciones no se han interrumpido nunca, sino que han aumentado con el tiempo, tanto en el número de naciones participantes como en las formas de competición: campeonatos de Europa, del Mundo, categoría femenina en los Juegos Olímpicos, los Europeos por equipos, los Mundiales Militares, la Copa del Mundo por equipos, los Mundiales Universitarios y la Copa de Europa por clubes, son algunas de las más prestigiosas.
Todo ello contrasta con la herencia espiritual, ética y moral dejada por Jigoro Kano, contrario a las competiciones públicas dado que consideraba el judo como un método que debía ser aplicado a cada persona para entrenar su propio cuerpo y su propio espíritu. Aunque, por otra parte, el judo no se hubiera difundido de un modo tan relevante si no hubiese sido por la fuerza dominante de la competición.

Los mejores españoles

Tan sólo cinco españoles han obtenido medalla en judo en unos Juegos Olímpicos. Destaca por encima de todos Isabel Fernández, bronce en Atlanta 1996, oro en Sydney 2000 y, sin duda, la judoka española más laureada de la historia: también ha sido una vez campeona del mundo -1997-, y dos veces subcampeona -1999 y 2007-; en Europeos, ha ganado seis (1998,1999, 2001, 2003, 2004 y 2007) y ha conquistado otras tantas medallas (dos de plata y cuatro de bronce).

También hay que destacar a Miriam Blasco que, con su medalla de oro en Barcelona 92, se convirtió en la primera mujer española en lograr un título olímpico. En esa misma edición (la mejor para el judo español por la calidad de las medallas), también se proclamó campeona olímpica Almudena Muñoz.
Yolanda Soler Grajera, medalla de bronce en Atlanta 96 y Ernesto Pérez Lobo, el único en lograr una presea en categoría de peso pesado (más de 95 kilos), son los otros dos medallistas olímpicos españoles.


Los 16 judokas más grandes de la historia
Anton Geesink

Los Dan, que son los grados del cinturón negro, son diez en orden ascendente. A partir del 6º Dan el cinturón es de color rojo-blanco y, a partir del 9º Dan, el es rojo (grado máximo). El 10º Dan solo ha sido concedido a 16 personas en la historia: de ellos, sólo uno era europeo, el gran maestro holandés Antón Gessink. Fue el primer no japonés en ganar un campeonato del mundo.


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