miércoles, 30 de abril de 2008

Tema Central diciembre ( IV )

dopaje genético
Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

¿Cómo será el deportista genético?

Antes de nada hay que definir lo que sería un atleta de élite; según Francisco Miguel Tobal, médico especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte: “Antes del dopaje genético, el mejor deportista era aquel cuyos genotipos (el conjunto de genes de un individuo) le otorgaban una serie de ventajas respecto a los rivales -por ejemplo, mayor altura y envergadura de brazos en el baloncesto- y se complementen con el mejor conjunto de fenotipos posibles (la expresión de nuestros genes). Es decir, y siguiendo el ejemplo, que la predisposición que otorgan los genes de un jugador de baloncesto a tener una altura por encima de la media se vea implementada con el entrenamiento -esto sería la influencia del ambiente-, con lo que el deportista habrá desarrollado una altura mayor de que la que simplemente le otorgaban sus genes”. Con la ‘supuesta’ llegada del dopaje genético, el deportista que no haya tenido una dotación genética sobresaliente podrá modificar algunas características para igualarse con los mejores. Sin embargo, hay que saber que no todos nuestros rasgos tiene la misma importancia en la herencia genética, algunos factores -como la fuerza de nuestros músculos- dependen más de nuestros genes que de nuestro entrenamiento, pero otros -como el tiempo de reacción, importantísimo para los corredores de 100 metros lisos- tienen que ver más con el entrenamiento. Los médicos de la AMA prevén tres posibles vías de desarrollo del dopaje genético:

Aumento de las fibras musculares blancas

dopaje genético

Las fibras blancas se llaman también ‘fibras de contracción rápida’, se encuentran sobre todo en los músculos que rodean las extremidades, que suelen ser grandes y poco elásticos. Estas fibras las desarrollan más los atletas que compiten en pruebas explosivas, en las que priman más la velocidad que la resistencia: carreras atléticas hasta 400 metros, lanzamiento de peso, salto de altura, de longitud; los gimnastas, jugadores de balonmano… También se utilizan en halterofilia, en las pruebas cortas de natación (como los 50 metros libres). Estos músculos utilizan como combustible primario la glucosa -el azúcar-. Dos ejemplos:

Velocista

Si un atleta de pruebas de velocidad utilizara el dopaje genético para desarrollar sus fibras blancas, la musculatura de sus piernas aumentaría en volumen y en calidad: sus músculos serían capaces de contraerse y estirarse más rápidamente aumentado su potencia en carrera, es decir, que podría dar más zancadas y aumentar el número de metros que avanza con cada una de ellas.

Gimnasta

Son deportistas que utilizan toda la musculatura de su cuerpo para ejercicios que combinan saltos, fuerza y sentido del equilibrio. Con el dopaje genético los gimnastas podrían aumentar prácticamente todos los músculos que poseen fibras blancas en su cuerpo, desde extremidades superiores hasta inferiores. Además, podrían aumentar su masa muscular en el tronco, lo que es muy necesario para mantener las difíciles posturas y el equilibrio en los giros.


Aumento de fibras musculares rojas

dopaje genético

También llamadas fibras de contracción lenta. Predominan sobre todo en los músculos del tronco, pero están repartidas por todo el cuerpo. El oxígeno es el principal combustible para este tipo de fibras; estas están rodeadas de capilares y son ricas en mioglobina (la sustancia que le da el color rojo): estos dos elementos se encargan de hacer llegar el oxígeno al músculo más rápidamente, a más oxígeno recibido, mayor es el rendimiento muscular. Son propias de atletas de medio fondo, maratón, nadadores de grandes distancias, triatletas, ciclistas, esquiadores de fondo… Estos deportistas tienen fibras rojas en la mayoría de sus músculos, los que les hace desarrollar una musculatura menos voluminosa que la de los velocistas pero, a la vez, mucho menos dada a la fatiga. Así, donde un velocista necesita que sus músculos se contraigan y extiendan con mucha rapidez, un fondista requiere músculos elásticos, que gasten poca energía (poco oxígeno) y que sean resistentes.

Fondista

En este caso, el dopaje genético no se utilizaría para aumentar el volumen de los músculos del atleta, ya que este no requiere músculos más anchos, sino que se fatiguen menos, por lo que no se desarrollarían el número de fibras blancas, sino el de las rojas. Físicamente, el atleta no tendría un tono muscular que destacara a simple vista, pero las fibras de su organismo podrían transportar el oxígeno de forma mucho más veloz, con lo que llegarían al límite del agotamiento y el cansancio mucho más tarde.

Aumento de la molécula de EPO

La EPO es una molécula producida por el riñón y el hígado -en una proporción de 90%/10%-. Regula la cantidad de glóbulos rojos que tiene el cuerpo, de modo que cuando se esté realizando un gran esfuerzo físico, los músculos dispongan de más oxígeno para mantener la intensidad del esfuerzo durante más tiempo.

Ciclista

Con el dopaje genético, un deportista no tendría que inyectarse EPO artificial o entrenarse en algún lugar que se encuentre por encima del nivel del mar (donde el oxígeno es menos abundante y el cuerpo humano -a través de la EPO- fabrica más glóbulos rojos para compensar esa falta de oxígeno) para tener un rendimiento superior al resto. Bastaría con inyectarse un gen que fabricaría más EPO de manera natural, con lo que aumentaría el número de glóbulos rojos en la sangre como si el cuerpo del deportista lo hiciera de manera natural.


¿La duda?

Los métodos de dopaje genético actuales permiten modificar el físico de un atleta, pero nadie sabe qué pasará más adelante. Mucho se ha hablado sobre mezclar genes humanos con genes de animales para obtener mejor rendimiento: combinar genes de canguro para conseguir saltar más alto, reflejos felinos… Pero todos los especialistas dilapidan esa opción a corto plazo dado que los tratamientos de terapia genética no están dominados a día de hoy. Pero hay otra opción que parece más cercana, sería la de los atletas a la carta, es decir, modificar genéticamente un ser humano para hacerlo perfecto: la capacidad pulmonar de Indurain, las piernas de Carl Lewis, los brazos de Nadal… cualquier cosa podría ser posible. En este momento la tecnología aún no ha avanzado lo suficiente como para hacer todo esto posible pero, cuando el atleta a la carta sea una realidad, seguramente habrá que reconsiderar las posturas acerca del dopaje: Por ejemplo, ¿podría considerarse dopaje el nacimiento de un ser humano predestinado genéticamente para ser un deportista de élite?


Para ver el resto del reportaje pincha aquí




lunes, 28 de abril de 2008

Tema central diciembre ( III )

dopaje genético

Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

¿Cómo funciona?

El desarrollo de la ingeniería genética actual y el desciframiento del genoma humano permite saber cómo sería el método que se utilizaría para reparar un gen dañado (el objetivo de la terapia genética) o aumentar las funciones de un gen normal (que es el del dopaje genético) con bastante exactitud. Al menos así lo afirma Theodore Friedmann: “Tanto si el gen que se inserta sustituye a uno defectuoso como a uno normal, los científicos tienen que utilizar un método para transportar los genes al genoma del paciente, conocido como vector. Esto se hace transfiriendo el gen a través de un virus inocuo para el cuerpo humano”. Para ello, antes hay que sintetizar el gen que interesa en cada momento (el estudio del genoma humano ha cuantificado en 5.000 los genes que tienen influencia directa en las habilidades atléticas de una persona). “Los virus son como caballos de Troya”, señala Friedmann: “Se introduce en el cuerpo del paciente, descarga el gen que contiene que, inmediatamente, pone en marcha el proceso que terminaría, en el caso del dopaje genético, con un incremento del tono muscular por ejemplo”.
La teoría parece sencilla y se sabe que se cuenta con la tecnología necesaria para aplicarla en cualquier paciente. Sin embargo, aún existen algunos inconvenientes que lastran su aplicación en gran escala. El primero de ellos es de carácter económico: se necesitan presupuestos millonarios para crear un laboratorio capaz de sintetizar los genes necesarios. El segundo problema es su efectividad: como dice Thomas Murray -experto en bioética y miembro de la AMA-, “la transferencia genética es posible, pero queda saber si es efectiva. Es como si disparáramos a un objetivo muy pequeño con una escopeta de perdigones; algunos darían en el blanco sí, pero de momento no sabemos cuáles”. El tercer inconveniente -y el más peligroso- es la seguridad del tratamiento. El experimento más avanzado sobre la terapia genética es el que intenta buscar la cura al síndrome de inmunodeficiencia combinada grave (SCID), también conocido como la enfermedad de los “niños burbuja” (estos niños portan un gen defectuoso que es el encargado de gestionar todo el sistema inmunitario -las defensas- de su cuerpo, sin ellas, un simple resfriado podría matarles, por lo que deben vivir aislados de todo contacto exterior). Unos investigadores franceses encontraron el gen responsable e insertaron copias sanas de ese mismo gen en la sangre de once niños; las primeras noticias fueron alentadoras, ya que la mayoría de los pacientes comprobaron como su sistema inmunológico comenzaba a funcionar, pero poco después uno de los niños empezó a desarrollar leucemia. En 2006 se hicieron públicos los resultados finales del ensayo en la revista Nature. Dos niños más tenían leucemia: uno murió y el otro venció a la enfermedad; tras esto quedó claro que la terapia genética dista mucho de estar completamente dominada. La transferencia del gen al cuerpo del enfermo parece funcionar en todos los casos, pero no se pueden asegurar ciertas secuelas. En el caso del ensayo realizado en Francia, los genes introducidos les salvaron la vida, pero después actuaron como asesinos silenciosos, ya que las defensas -los glóbulos blancos- que habían creado se descontrolaron y empezaron a proliferar más de lo debido, provocando la leucemia en los niños.


Consecuencias

dopaje genético
Si aplicáramos un proceso de terapia genética sobre un deportista sano (como propone el dopaje genético) los efectos son casi impredecibles. El dogma central de la biología en los años sesenta era que un solo gen fabrica una sola proteína; en el siglo XXI ya se sabe que un gen puede producir varias proteínas que afectan a varias partes de nuestro cuerpo. Los genes son mucho más complejos de lo que se creía y, además, hay que tener en cuenta el cuerpo del paciente o deportista que se trata con terapia genética. Esta es la postura de la AMA, quien se ha encargado de denunciar -a través del profesor Murray- lo peligroso que puede llegar a ser jugar con los genes: “Los científicos han aprendido a introducir genes en las células y la manera de hacerles producir la proteína de acuerdo con lo que se pretende. Pero eso no es suficiente; el gen que se acaba de insertar debe hacer su trabajo y hacerlo en el momento oportuno para obtener la eficacia óptima, el experimento realizado en enfermos de SCID demuestra que estamos lejos de conseguirlo”. Pero, si algún deportista se atreviera dar el paso, es difícil predecir qué secuelas podría sufrir su cuerpo. El ratón -bautizado como Schwarzenegger- genéticamente modificado no tuvo ningún efecto secundario desde que el profesor Sweeney incremento su masa muscular con terapia genética, pero hay que tener en cuenta que la media de vida de un roedor
es de dos años, de ninguna forma comparable a los 80 que vive de media un ser humano. Cabe pensar que el ratón de Sweeny no tuvo tiempo de desarrollar cualquier enfermedad derivada de su tratamiento genético. Sin embargo, un deportista dopado a través de sus genes podría sufrir cualquier tipo de alteración a lo largo de su prolongada existencia. Por ejemplo, si se modifica la musculatura de un deportista con terapia genética puede que sus tendones no aguanten el nuevo tamaño de los músculos que tiene que mover, por no hablar de la multitud de problemas que el cuerpo puede tener al aumentar de manera antinatural algunas moléculas, como la IGF-1 -disfunciones en el hígado, el órgano que las sintetiza y que puede sufrir daños permanentes por el exceso de producción-, o la EPO, cuya disfunción puede causar hasta un infarto de miocardio. Pero, como se ha demostrado en el caso de los enfermos de SCID, el verdadero peligro puede ser el cáncer: modificar el funcionamiento de algunas células puede provocar que aumente su número, se descontrolen, convirtiéndose así en cancerígenas.


Para ver el resto del reportaje pincha aquí

jueves, 24 de abril de 2008

Tema central diciembre ( II )

Dopaje Pekín
Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

¿Cúando y dónde aparecerá?

Hay varias fechas importantes en lo que respecta al dopaje genético. Aunque, sin duda, destaca la del 8 de agosto de 2008, el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín. Los organizadores y todos los comités olímpicos temen que aparezca el primer ‘deportista genético’ en la cita olímpica, pero nadie sabe si ya existe un atleta así en algún lugar del mundo. De hecho, entre los expertos que hemos consultado, ninguno niega esta opción y todos se remiten a la respuesta del presidente del panel de expertos dedicados al dopaje genético de la AMA, Theodore Friedmann, quien en una reciente entrevista y a la pregunta directa de: “¿Cree que ahora mismo ya hay casos de dopaje genético?”, respondió: “La única respuesta honesta que puedo dar es que no lo sé. Lo que sabemos es que en el mundo deportivo existe un interés creciente en el potencial del dopaje genético, y que figuras deportivas están abordando a algunos científicos que trabajan en curas genéticas potenciales para enfermedades musculares como la distrofia muscular o trastornos sanguíneos para indagar sobre el uso de los genes en el deporte”. Nadie puede controlar lo que ocurre en todas partes del mundo, así que las dos únicas opciones que le quedaban a la AMA eran: incrementar la financiación -siete millones de euros en 2006- para los estudios que buscan un método de detección de la modificación genética de atletas (uno de ellos está dirigido por el profesor Jordi Segura, de la Unidad de Investigación Farmacológica de Barcelona), y hacer público en todo momento la peligrosidad de este tipo de doping. Todo, sin dejar de lado las restantes formas de dopaje, ya que la alteración de genes no será un sustituto a corto plazo de ellas -es un tratamiento que necesita más medios e inversión- y, además, nadie garantiza que funcione, más allá del efecto placebo, mientras no existan resultados plausibles sobre seres humanos. No obstante, puede que algunos deportistas crean en los cantos de sirena del dopaje genético y se cieguen ante la posibilidad de conseguir una medalla, antes de evaluar los posibles riesgos de estas prácticas.

La Legislación vigente

Si la confirmación del dopaje genético como sustancia dopante por la AMA (2003) y la predecible aparición del primer deportista tratado con terapia genética (JJ.OO. de Pekín 2008) son dos episodios capitales en el pasado y el futuro de este tipo de doping, no es menos importante para el desarrollo de la terapia genética -y, por supuesto, de su uso fraudulento- la fecha en la que esta empiece a ser legal. Muchos países, como EE. UU., tienen estrictamente regulados todos los experimentos que se realizan con transferencia de genes; en ese país, todos los estudios que impliquen la utilización de estas técnicas deben estar aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y por el comité asesor en materia de ADN, dos organismos que no suelen dejar el camino libre a investigaciones llenas de matices éticos que hacen chocar la posición de los médicos y de los políticos. En Europa, la mayoría de naciones que tienen en marcha estudios clínicos -Inglaterra, Alemania, Francia, Italia o Suecia-, cuentan con legislaciones que limitan el ámbito de actuación de la terapia genética y que dependen de la Declaración Universal sobre el Genoma y los Derechos Humanos del 11 de noviembre de 1997 y el Convenio del Consejo de Europa sobre Derechos bdel 4 abril de 1997. El problema reside en los países que todavía no han tomado una determinación exacta sobre qué tipo de estudios o pruebas se pueden hacer manipulando genes (como España), lo que provoca un vacío legal que no prohibiría cierto tipo de experimentos aunque sí castigaría su uso en deportistas -si se consiguiera descubrir-, y en aquellos otros que mantienen regimenes políticos muy poco aperturistas y que anteponen sus ansias de copar los primeros puestos al juramento hipocrático.


Línea del tiempo de la genética y la terapia genética


- 1953 James D. Watson y Francis bdeterminan que la estructura del ADN es una doble hélice.

- 1956 Jo Hin Tjio establece que, en la especie humana, el número de cromosomas es 46.

-1964 Howard Temin demuestra, empleando virus de ARN, excepciones al dogma central

- 1980 Martin Cline realiza un intento de curación de dos enfermos de talasemia mediante terapia genética, sin autorización. Fracasa y es despedido.

- 1989 Francis Collins y Lap-Chee Tsui secuencian un gen humano por primera vez. El gen codifica la proteína CFTR, cuyo defecto causa fibrosis quística.

- 1990 Se funda el Proyecto Genoma Humano por parte del Departamento de Energía y los Institutos de la Salud de los Estados Unidos.

- 1990 Los doctores Anderson, Blake y Rosenberg realizan el primer ensayo clínico autorizado con terapia genética en una niña de cuatro años.

- 1999 Muere el primer paciente tratado con terapia genética.

- 2000 El gobierno americano tiene cuantificados 431 ensayos de terapia genética (398 en EE.UU. y 38 en el resto del mundo): un 64% estaban dedicados a luchar contra el cáncer, un 9% a hacerlo contra el SIDA y un 7% a prevenir enfermedades cardiovasculares.

- 2000 Los rumores sobre ensayos de terapia genética en deportistas empiezan a aparecer en vísperas de los JJ.OO.Sydney.

- 2002 Conferencia de Banbury (Nueva York), se hace público en qué consiste el dopaje genético y sus peligros.

- 2003 (14 de abril) Se completa con éxito el Proyecto Genoma Humano con el 99% del genoma secuenciado con una precisión del 99,99%.

-2003. Se incluye el dopaje genético dentro de los métodos prohibidos por la AMA. - Los temores sobre los primeros ‘deportistas genéticos’ vuelven a surgir antes de los JJ.OO. de Atenas 2004.

- 2005 La AMA hace público que está trabajando en métodos de detección de este tipo de dopaje.


Para ver el resto del reportaje pincha aquí



lunes, 21 de abril de 2008

Tema central diciembre ( I )

Cadena ADN
Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

¿Qué es?

Cada cierto tiempo, casi siempre cuando una competición importante está a punto de disputarse, los medios de comunicación se hacen eco de los rumores sobre la posible aplicación del dopaje genético en algún deportista. Pero, ciertamente, no hay nada confirmado. Apenas algunas declaraciones de miembros de la AMA -Agencia Mundial Antidopaje- en las que no niegan la posible aparición de este tipo de dopaje en los JJ. OO. de Pekín 2008. Nada de eso aclara la situación y responde a la pregunta más importante: ¿Qué es el dopaje genético?, cuestión que desemboca en mucha otras: ¿Cómo funciona? ¿Se podría detectar? En +QFútbol hemos respondido a esas preguntas de la manera más sencilla posible, intentando desenmarañar toda la enredada relación de la genética y el deporte, con el apoyo de expertos en ambos temas que nos han ayudado a arrojar algo de luz sobre una sospecha, la del uso del dopaje genético, de la que todo el mundo ha oído hablar, pero de la que pocos saben en qué consiste realmente.


¿Qué es el dopaje genético?

En términos científicos, el dopaje genético consiste en introducir ciertos genes o elementos genéticos en el cuerpo de un deportista para aumentar su rendimiento. En términos más concretos, conseguir un atleta con una musculatura más desarrollada que le permita correr más rápido, saltar más alto y lanzar más lejos, o un deportista cuyo resistencia al cansancio sea sobrehumana, pero no a través del entrenamiento o valiéndose de los dones que la naturaleza le ha otorgado, sino a través de la modificación de sus genes.
A priori, puede parecer parte del argumento de una película de ciencia ficción, pero las noticias sobre experimentos en este campo y los rumores de la aparición de los primeros ‘deportistas genéticos’ han ido creciendo paulatinamente desde que se celebraron los JJ. OO. de 2004; de tal modo que, como ha afirmado en público el expresidente de la AMA (Agencia Mundial contra el Dopaje) Richard W. Pound, “la idea de que en Pekín puedan competir atletas modificados genéticamente es perturbadora, debemos luchar contra esto ahora, antes de que se convierta en una realidad”. De momento, las alarmas saltaron en febrero del año pasado, cuando Thomas Springstein -entrenador alemán del campeón olímpico de 800 metros en Sydney 2000, Nils Schuman- fue acusado de proporcionar a sus pupilos una sustancia denominada Repoxygen (desarrollada como una cura contra la anemia por la Universidad de Oxford, y que modificaría el gen que regula el número de glóbulos rojos que se tiene en la sangre, lo que relacionaría esa medicina con el dopaje genético). A día de hoy, el caso sigue sin juzgarse -aunque Springstein sigue sancionado por el COI- y la AMA no quiere expresar su opinión hasta que el caso se aclare. La organización que vela por la limpieza en el deporte no confirma ni desmiente los rumores sobre el dopaje genético, aunque esta práctica figura en la lista de métodos prohibidos para mejorar el rendimiento de los deportistas que tiene dicha organización desde el año 2003.
Esta nueva técnica antideportiva nace, como señala el Dr. Olivier Rabin de la AMA, gracias al avance de la medicina: “Muchas de las sustancias que se utilizan en el dopaje en realidad representan grandes logros en los campos de la ciencia, pero se usan indebidamente”. En este caso, el dopaje genético es una consecuencia directa del desciframiento del genoma humano (proyecto del gobierno de EE.UU. que se inició en 1990 y que trece años más tarde ha conseguido identificar y averiguar la función de cada uno de los aproximadamente 25.000 genes que componen nuestro cuerpo) y de la terapia genética. Pero, para comprender qué podría hacer este tipo de dopaje en el cuerpo de un ser humano primero hay que entender la importancia de nuestros genes: la mayoría de nuestras características, enfermedades, aspecto, condiciones físicas y hasta parte de nuestra personalidad está regida en parte por nuestros genes y en parte por la influencia de nuestro ambiente (podemos nacer con un gran tono muscular que nunca llegaríamos a desarrollar totalmente si no lo entrenáramos con asiduidad). En algunos rasgos, los genes tienen mayor importancia y, en otros, es el ambiente el que marca la pauta pero, en general, son los dos en conjunto los que determinan quiénes somos. Los genes producen proteínas que forman nuestras células y les indican su funcionamiento. La terapia genética surge como una posible solución a una enfermedad provocada por un gen defectuoso que no funcionara adecuadamente -ya sea de nacimiento, por exposición a radiación…-, como la distrofia muscular (que provoca la atrofia progresiva de los músculos del cuerpo), el Parkinson o el Alzheimer. Con esta técnica se introduciría en el cuerpo enfermo un gen normal que sustituiría al defectuoso y que podría paliar el problema, si bien este tipo de tratamiento está todavía muy lejos de estar completamente dominado.
Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿Y si introdujéramos un gen normal en un cuerpo que no tiene ninguna disfunción? La respuesta a eso la tiene el dopaje genético. Primero se inyectaría un gen específico -por ejemplo, el que controla el crecimiento muscular- a través de la sangre de un deportista completamente sano. Ese gen se uniría al genoma del atleta y comenzaría a incrementar la función de las células diana (en este caso las responsables del crecimiento muscular); en términos prácticos, le aseguraría el desarrollo de una musculatura más fuerte que la de sus rivales de modo que, si se tratara de un corredor de 100 metros lisos, obtendría una ventaja sobre ellos al tener unas piernas más potentes. ¿Es sólo una teoría? Actualmente, se sabe que el profesor Lee Sweeney -del departamento de fisiología de la Universidad de Pensilvania- ha creado ratones y ratas manipuladas genéticamente con músculos más desarrollados, pero su utilización en seres humanos es todavía una idea lejana. Si se empieza a practicar, los mejores dotados genéticamente ya no lo serían de manera natural, más bien serían ‘mutantes genéticos artificiales’. No sería necesario inyectarse genes de guepardo, como se ha llegado a especular, para mejorar su rendimiento. Bastaría convertir un tratamiento -la terapia genética- que podría ser beneficioso para los deportistas (previniendo, por ejemplo, los casos de muerte súbita), en un modo de jugar con la naturaleza con peligrosos resultados.

3 tipos de Dopaje Genético

Alteración del factor de crecimiento muscular

Dopaje genético

Basado en los experimentos del profesor Lee Sweeny. Se introduce el gen que codifica el Factor de Crecimiento muscular, también llamado IGF-1 (una molécula secretada por el hígado y que, bajo hormona del crecimiento, hace que crezcan nuestros huesos, cartílagos o músculos, conforme vamos cumpliendo años) en el cuerpo del deportista. Dicho gen alteraría el crecimiento muscular, proporcionando hasta un 20% de masa adicional. Este tratamiento nació como un estudio para averiguar cuánto afectaba el IGF-1 al cuerpo humano: su fin es la curación de lesiones musculares y atrofias provocadas por accidentes o virus. El profesor Sweeny dio una rueda de prensa en 2003 para explicar los avances del experimento y también hizo público que había recibido muchas peticiones de atletas para someterse al tratamiento con IGF-1. No dio ningún nombre aunque resaltó que, en ningún caso, aceptó la proposición (sobre todo porque el profesor es parte del comité que la AMA creó en 2003 para luchar contra el dopaje genético).


Alteración del Factor mecánico del Crecimiento

Doping genético

Parecido al anterior; se trata de un estudio del profesor Geoffry Goldspink de la Universidad Médica de Londres sobre otro de las moléculas que se encarga del desarrollo muscular. Está orientado a paliar los efectos de enfermedades genéticas como la distrofia muscular o la esclerosis lateral amiotrófica Hawking y que paraliza los músculos del cuerpo de manera progresiva-. Según Goldspink, si se introdujera un hipotético gen que modificara el MGF en el cuerpo de un deportista sano, podría aumentar su musculatura de forma que podría prescindir del entrenamiento destinado a tal fin. Tanto este método como el del doctor Sweeny tienen la particularidad de suplantar procesos naturales del cuerpo: el entrenamiento diario interviene en el crecimiento muscular, aumentando de manera natural la producción endógena -propia del organismo- de las moléculas que provocan el crecimiento muscular, exactamente lo mismo que logra este tipo de dopaje de forma artificial. Ello hace difícil una posible detección mediante controles, algo en lo que la AMA está trabajando duramente.


Modificación de la EPO

Parece la más fácil de aplicar a corto plazo. Los deportistas que utilicen EPO o eritropoyetina (una hormona que hace que el cuerpo fabrique más glóbulos rojos, con lo que aumenta la resistencia al cansancio) ya no tendrán que inyectársela ni hacer complicadas operaciones para limpiar su sangre. Bastará con inyectarse el gen responsable de la producción de EPO, permitiendo que el cuerpo produzca más glóbulos rojos de forma natural y sin dejar rastros de eritropoyetina artificial.

Para ver el resto del reportaje pincha aquí



miércoles, 16 de abril de 2008

NBA ¿Clásicos en horas bajas?

NBA logo Jerry WestPor Tomás Verléin

De las grandes ligas americanas -NFL, MLB, NHL y NBA- quizás sea esta última la que más cambios haya sufrido últimamente. Todas han superado crisis galopantes: falta de espectadores, huelgas de jugadores, casos oscuros relacionados con la mafia… (De hecho, la NBA está recuperándose de una herida reciente que relaciona a algunos árbitros con la compra de partidos), pero a partir de los 90, y especialmente a partir de la retirada de Michael Jordan, la liga de baloncesto americana ha experimentado una transición.
El primer movimiento serio (y alarmante) ha sido el cambio de mentalidad de los equipos. El show-time -el juego espectacular y vistoso que representaban mejor que nadie los Lakers de Magic en los años 80-, las canastas imposibles y los tiradores de tres puntos con licencia para fallar han pasado a mejor vida. La táctica ha podido con el talento, los jugadores físicos -descripción bajo la que se suelen esconder baloncestistas que defienden por agresivos, no por saber defender- pueblan los equipos, los tanteadores bajos son una realidad diaria… Es el triunfo del músculo por encima del cerebro. La NBA exige culturistas frente a gente que sepa colocarse para cazar un rebote; vemos más mates sí, y cada vez más estratosféricos, pero también vemos a bases incapaces de dirigir el juego de su equipo, por ejemplo. Esta tendencia se ha extendido por la liga como un buen rumor y ha tenido una incidencia mayor en cuatro de los equipos más legendarios de la liga (Celtics, Knicks, Lakers y Bulls): el que menos, lleva cinco años sin conseguir un anillo de campeón.
El segundo cambio está muy relacionado con el anterior: la NBA ha buscado en el extranjero lo que no encontraba en su propia casa. Así, si antes las universidades de Duke, Carolina del Norte o Kentucky eran las que proporcionaban las estrellas de cada generación: Bill Russel en los años 60, Magic en los 80 y Jordan en los 90, ahora los jugadores más sobresalientes de la liga son Dirk Nowitzki, Tony Parker o Pau Gasol, todos venidos de Europa y con fundamentos que parecían olvidados en la liga americana: botar, pasar, tirar; en definitiva, jugar al baloncesto. Aleros muy atléticos con grandes aptitudes para los tapones o escoltas anotadores que penetran y acaban machando el aro hay cientos en EE. UU., pero no busques un base que lea los partidos y que tenga tiro exterior o un pívot que sepa jugar de espaldas al aro y interprete bien los 2 contra 1. Para eso, la NBA ha tenido que mirar en Europa y ha encontrado una mina de oro: Tony Parker ya lleva tres campeonatos de la NBA, siendo elegido MVP de las finales del último que conquistó y Nowiztki ha sido elegido MVP de la temporada.

En horas bajas

Todos estos cambios de dirección se han agudizado en los últimos ocho años. En ese tiempo algunos equipos han sabido adaptarse mejor que otros, con lo que franquicias con poca tradición -como los San Antonio Spurs- han tenido más peso específico en la liga. ¿Y qué pasa con los clásicos? Se podría decir que en mayor o menor medida están pasando por tiempos oscuros. Los Lakers, Celtics y los Bulls han tenido que superar la jubilación de sus estrellas en los años 90 (Magic, Bird y Jordan respectivamente), pero sólo los angelinos han disfrutado de años de triunfos. ¿Qué pasará este año? ¿Mantendrán los bsu regularidad de la última campaña? ¿Podrá manejar Boston a tres jugadores franquicia como Ray Allen, Kevin Garnett y Paul Pierce y llegar por fin a una final de la NBA? ¿Abandonará Kobe los Lakers? ¿Los Knicks seguirán su trayectoria errática? La respuesta una líneas más abajo


¿De dónde vienen los 'Celtics'...

Bill Russell Red Auberbach

La mayoría de la gente piensa en Larry Bird (ya se sabe: bigote y pelo rubio, pantalones cortos típicos de los 70-80, excelente en casi todos los aspectos del juego, una espíritu competitivo fuera de lo normal…) como el paradigma de los Celtics, pero quien creó la leyenda de los de Massachussets fue Bill Russell, el ‘Señor de los Anillos’ de la década de los 60, como es conocido. Bill fue un adelantado a su tiempo: con sus 2,06 y unas manos que podrían eclipsar el sol, cambió por completo el concepto defensivo de la NBA. Su irrupción en la liga revirtió una situación casi agónica para los Celtics (a los que les costaba sangre, sudor y lágrimas tener un balance positivo de victorias-derrotas), consiguiendo el campeonato en su primera temporada -1956-. Con su dominio abrumador bajo los aros -llegó a coger 50 en un partido-, Russell consiguió 10 títulos de la NBA más, ocho de ellos seguidos (1961-1969) y que el parqué del Boston Garden fuera uno de los iconos televisivos de la década de los Beatles. Además de Russell, los años mágicos fueron realidad gracias a la magnífica pareja de hecho formada por Bob Cousy -lider de asistencias de la liga entre 1953 y 1960- y Bill Sherman -8 veces All-Star-, o los puntos de John Havlicek -sexto máximo anotador de la NBA de la historia con 26.395 puntos-.
Esa buena estrella continuó durante la primera mitad de los años 70, pero se fue apagando en la última mitad de esa década. No fue hasta la llegada de Bird cuando la franquicia despuntó de nuevo. La historia se repetía, el trébol de los Celtic volvía a dar suerte a un equipo que no igualó la gesta de Russell & Cia, pero que pudo disfrutar de tres anillos más (1981, 1983 y 1986): Bird lideraba un conjunto de magníficos jugadores donde destacaban la dirección de juego de Dennis Johnson, los movimientos elegantemente torpes de Kevin McHale o los tiros saliendo desde bloqueo de Danny Ainge. bpodría haber iniciado otra dinastía en los 80, pero su rivalidad con los Lakers del ‘show-time’ y de Magic y las lesiones de Bird y McHale les impidieron hacer todavía más.


... y hacia dónde van?

Gran parte de las dificultades de los Celtics en los años 90 vienen por no haber podido sustituir la figura de Red Auerbach(que consiguió 9 títulos en 16 años como entrenador y se mantuvo como presidente hasta 1997). En 2003 Danny Aingie tomó las riendas de una franquicia sin identidad y sin pabellón (el Boston Garden, con su público pegado a los jugadores y sus columnas que no dejaban ver el partido, pasó a mejor vida y los Celtics inauguraron el nuevo Fleet Center –ahora TD Banknorth Garden- en 1995). Su labor como ‘General Manager’ ha sido muy criticada: las idas y venidas de Antoine Walter, la búsqueda inconclusa de un pívot de garantías… Pero este año parece que las cosas pueden cambiar. Los Celtics han hecho dos fichajes que pueden catapultarle hasta una final de la NBA: Kevin Garnett –músculo y calidad– y Ray Allen –la suspensión más elegante de la liga–, ambos con años de experiencia en la NBA y cuyo rendimiento puede ser clave para ayudar al ‘llanero solitario’ Paul Pierce, un jugador extraordinario que nunca ha tenido un equipo de garantías. Sólo queda la duda de si el entrenador, Doc Rivers, será capaz de manejar este vestuario en el que ahora hay tres superestrellas, y sus respectivos egos, y encontrar un base cerebral y pasador -especie extinguida en EE. UU.- que reparta el juego entre tanto jugador con posibilidades de anotar.


¿De dónde vienen los 'Lakers'...

Los Lakers -literalmente: ‘los del lago’, se establecieron en la soleada California en 1960 huyendo del frío de Minessotta. Los dueños no quisieron cambiar el nombre pese a que en California no hay ni un solo lago. George Mikan –con quien los Minessotta Lakers ganaron la liga, todavía no NBA, en 1949, 1950, 1952, 1953 y 1954– ya no estaba en el equipo y los angelinos no pudieron ganar un anillo hasta 1972 y eso que contaba con jugadores por los que hoy muchos matarían, como Elgin Baylor, Jerry West y, sobre todo, ‘The Big Diapper’ (la Osa Mayor) Wilt Chamberlain -sí, el de los 100 puntos en un partido-. Ese gran equipo casi se fue de vacío de la recién nacida NBA, lo que casi le ocurre a otro de los iconos del baloncesto: Kareem Abdul-Jabbar, sólo la presencia de un ‘rookie’ llamado Irving Johnson y apodado ‘Magic’ acabó con la sequía de los Lakers, ganando siete años el segundo título de la franquicia. Con Magic -un base de 2 metros-, el jugador más versátil de la historia del baloncesto, Michael Cooper -del que Larry Bird llegó a decir que era el mejor defensor que existía- o James Worthy, que machacaba a una mano todos los pases de Magic, se conformó un sólido bloque que dirigía desde el banquillo Pat Riley. Fue la época del baloncesto espectáculo, del contraataque imprevisible. Los Lakers de Magic ganaron cinco anillos en un periodo de ocho años e hicieron que muchos chavales se pusieran la camiseta amarilla con el número 32 e intentaran dar pases sin mirar. Puro ‘Show Time’. Tras la retirada de Magic en 1991 por haber contraído el virus VIH el equipo acusó el golpe y no levantó el vuelo hasta la llegada de Shaquille O’Neal, Kobe Bryant y Phil Jackson.


... y hacia dónde van?

Kobe Bryant

Los Lakers actuales están buscando el camino a la victoria que perdieron con la marcha de O’Neal a los Heat de Miami. El equipo californiano fue el mejor del final del siglo XX y su clave fue la fue la llegada de Phil Jackson, que tras su estancia en Chicago, tenía fama de conseguir crear equipos ganadores con los mimbres adecuados. En Los Ángeles tenía todo lo que necesitaba: un pívot dominante y en plena posesión de sus recursos, como O’Neal, un escolta como Kobe Bryant capaz de hacer cualquier cosa sobre una cancha y otros jugadores que complementaban el ‘triángulo ofensivo’ con el que organiza el ataque (básicamente centrar el ataque en dos jugadores e utilizar la amenaza de un jugador exterior solvente, pero poco dado a jugarse balones por si mismo, que recoja las migajas de los otros dos). Sus tres campeonatos seguidos (2000-2002) daban pábulo a todo tipo de especulaciones: la vuelta del espectáculo, Kobe como sucesor de Jordan. Los buenos tiempos se acabaron en 2002, aunque la columna vertebral del equipo se mantuvo, los problemas internos entre O’Neal y Bryant, la acusación de violación de éste o las declaraciones en la prensa de unos y otros acabaron con la química del vestuario. Desde entonces, cada uno hace la guerra por su cuenta: Shaquille se revindicó ganando el anillo en Miami, mientras que Kobe y Jackson parecen haber enterrado definitivamente el hacha de guerra. ¿Han vuelto los triunfos? Desgraciadamente para sus aficionados no, y parece que la crisis de resultados no se solucionará este año: Kobe sigue y hará estadísticas estratosféricas como en el curso pasado (por ejemplo: anotar 50 puntos o más durante cuatro partidos seguidos, igualando a Chamberlain), pero el resto del equipo no acompaña en exceso. De momento están muy lejos del título y a años luz del ‘show-time’, excepto cuando Kobe pone la directa, lo que no ocurre siempre.



¿De dónde vienen los 'Bulls'...

Michael Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman

Pensar en Chicago es pensar en el mejor baloncestista de la era moderna, Michael Jeffrey Jordan. Sin él, los Bulls siempre sólo habían alcanzado las semifinales de su conferencia. Con su presencia, se convirtieron en una máquina perfectamente engrasada que batió el récord de victorias en temporada regular (72) y que desplegaba un juego prácticamente imparable. Los Bulls fueron los reyes en los años 90, cuando conquistaron sus seis anillos casi de manera consecutiva (1991-1993, 1996-1998). Cabe pensar que si Jordan no se hubiera pasado dos años probando el béisbol, esos seis hubieran sido ocho títulos. Nunca se sabrá, pero lo que sí es cierto es que no hay historia de los Bulls sin Jordan, pero tampoco sin Pippen, Dennis Rodman, Toni Kucok…


... y hacia dónde van?

Sigue mejorando. Como si de un paciente se tratara, Los Bulls van dando año a año pasos adelante. Las temporadas posteriores a Jordan fueron un completo desastre y la labor de John Paxon –antiguo compañero de Jordan y Pippen- fue puesta en duda desde ese día. Un par de malas campañas después, a los Bulls llegó un extraordinario jugador directamente desde el Draft, se trataba de Elton Brand o ‘Mr. 20-10’ como se le conoce en EE. UU. -su regularidad le lleva a meter 20 puntos y capturar 10 rebotes casi por partido-. Los aficionados del United Center recibieron a Brand como el nuevo Mesías, pero no era Jordan y el equipo no despuntó. La temporada siguiente se traspasó a Brand y empezó un carrusel de traspasos en el equipo, como si probando con muchas soluciones se encontrara la definitiva. En uno de esos bandazos los Bulls consiguieron hacerse con los servicios de los ingleses de adopción Ben Gordon -especialista en ganar los partidos igualados con canastas decisivas- y Luol Deng -un defensor muy completo-, que completaron la buena dirección de juego del base Keith Heincrich. El equipo se ha terminado de formar con Ben Wallace -jugador algo sobrevalorado, pero al fin al cabo dos veces mejor defensor de la NBA- y la garra y versatilidad de Andrés Nocioni, siendo una apuesta muy sería para las finales del este. Si tuvieran un pívot o ala-pivot anotador (como Pau Gasol, al que a punto estuvieron de fichar la temporada pasada) podrían acercarse ser un candidato a ganar la liga.


¿De dónde vienen los 'Knicks'...

Los New York Knicks -en un principio ‘knickerbockers’, literalmente ‘pantalones cortos’- son uno de los misterios del baloncesto americano: han tenido grandes jugadores, buenos equipos, entrenadores solventes y el público más fiel; pero esa misma hinchada sólo ha visto dos títulos en 61 años de historia. Los Knicks son al baloncesto lo que a la mitología griega era Sísifo: muchas veces han tenido el anillo de la NBA bailando entres sus dedos, pero casi nunca han conseguido el trofeo. Su primera buena época fue entre 1967 y 1968, cuando contrataron a Walt Fraizer, Bill Bradley y David DeBusschere, que sumado a Willis Reed conformaban un equipo muy potente. En 1970 y tras una extraordinaria campaña (60-22 en temporada regular) en la que superaron a todos sus rivales -Lakers incluidos- consiguieron su primer campeonato de la NBA y una gesta que, por la trayectoria errática de la franquicia, parecía imposible. En 1973, con los refuerzos de Jerry Lucas y Earl ‘La perla’ Monroe, los Knicks lograron su segundo anillo. Después de aquello, en el Madison se volvió a lo de siempre: decepción tras decepción. Hasta que la llegada de un joven Patrick Ewing convirtió a los Knicks en una franquicia aspirante a las finales, Jordan lo impidió en cada ocasión (algunos de sus mejores partidos de ‘Su majestad’ los jugó en la ciudad de los rascacielos, lo que le valió el odio-admiración de los habituales de los Knicks). Posteriormente, los Knicks han llegado a dos finales más: 1993 y 1999 -la temporada del ‘lockout’ o cierre patronal- en cada ocasión fueron arrollados sin muchos miramientos por Hakeem Olajuwon y sus Rockets primero y por los Spurs después.


... y hacia dónde van?

Stephon Marbury

En Nueva York suelen decir que los Knicks consiguen que los psiquiatras nunca tengan un día libre. Como equipo han acabado con los nervios de aficionados de todas las épocas con sus continuos fracasos y, últimamente, se han sobrepuesto a un entrenador como Jeff VanGundy, tan obsesionado por por los más nimios detalles del juego que traslada todas sus rarezas a los jugadores, desquiciándolos completamente. Su día a día desde entonces no ha sido mucho mejor: cambios de entrenador, traspasos… Su mejor resultado desde 2003 ha sido caer en primera ronda de playoff. Todo este desastre señala al presidente ejecutivo Isiah Thomas -dos veces ganador de la NBA como jugador con los Pistons- como el máximo culpable. Este año él vuelve a ser el entrenador del equipo (su anterior periplo con los Knicks o con los Pacers de Indiana fue de todo menos brillante). Ha contratado a Zach Randolph como máxima estrella -no precisamente muy conocido por su regularidad- y mantiene el juego exterior que forman Nate Robinson y Stephon Marbury -dos jugadores capaces de meter 50 puntos en un partido y 0 en el siguiente-. Poco queda de los Knicks corajudos de los años buenos (el año pasado tenían la plantilla más cara de la liga: 125 millones de euros, pero fueron el peor equipo en el balance victorias-derrotas, con 23-59) y ni siquiera se mantiene una mínima esperanza de que algo pueda cambiar próximamente, pero nunca se sabe. De momento, un eminente aficionado como Woody Allen va a darle otro año de tregua a los Knicks, antes de irse a Lourdes.

Para ver el resto del reportaje pincha aquí


jueves, 10 de abril de 2008

Historia de los Juegos Olímpicos ( IV)

JJOO Saint Louis 1904
Los Juegos Olímpicos de Saint Louis 1904

Por Jorge Corrales

Tras el batacazo de París, los Juegos siguieron sin recuperarse de su crisis de identidad… y sin aprender la lección. Se celebraron en la que, por aquel entonces, era la capital del estado de Missouri: una pequeña pero influyente ciudad donde se concentraba el comercio del algodón y que mantenía una gran actividad comercial ¡pero coincidiendo de nuevo con una Exposición Universal!
De hecho, estos Juegos fueron en realidad una mera excusa para promocionar la ciudad, y los actos deportivos se convirtieron, en la práctica, en una sencilla fórmula para atraer la atención sobre las distintas ferias que acogía Saint Louis durante aquellos meses. Tal vez por ello, ni siquiera el mismísimo barón Pierre de Coubertin acudió a presenciar estas Olimpiadas.
Los de Saint Louis fueron, al menos, unos Juegos tan extravagantes como los celebrados en París cuatro años antes. En primer lugar, volvieron a tener de nuevo una duración tan desproporcionada (cuatro meses y medio: desde el 1 de julio hasta el 23 de noviembre), que ya casi de inicio estaban condenados al fracaso. Además, en el programa tenían cabida ‘deportes’ tan peculiares como las canoas motorizadas o la escalada a la cuerda (otros como el golf y el baloncesto se disputaron fuera de programa) y, por primera y única vez, se utilizó la yarda como sistema de medida.
A esta excesiva ‘americanización’ (también se disputaron deportes como el lacrosse, totalmente desconocido en Europa), se unió el hecho de que los Juegos de Saint Louis se acabaron convirtiendo en un gran negocio en el que el aspecto económico tenía más importancia que el deportivo, lo que fue duramente criticado por el propio Coubertin.
Por si fuera poco, los americanos no lograron convencer a demasiados países –parece ser que tampoco se esforzaron demasiado por conseguirlo-, para que participaran en los Juegos: tan sólo compitieron en ellos 42 atletas no estadounidenses. Especial relevancia adquirió la deserción de las potentes naciones europeas, ya que la mayoría pensaron que no merecía la pena cruzar el Atlántico para participar en unos Juegos. Así, solo siete países del viejo continente (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Hungría, Grecia, Suiza y Austria) se desplazaron hasta Saint Louis.
Ya en lo estrictamente deportivo, hay que resaltar que fue en estos Juegos en los que se introdujo la tradición de premiar a los tres primeros clasificados con las respectivas medallas de oro, plata y bronce (en esta edición si algo sobraba, era precisamente dinero). En atletismo, sólo dos no estadounidenses vencieron en alguna prueba de esta edición: fueron el británico Thomas Francis Kiely, quien se impuso en decathlon -que era nuevo en los Juegos-, y el canadiense Étienne Desmarteau, que ganó el lanzamiento de peso de 56 libras. Además, dos deportes que con el paso del tiempo se convertirían en clásicos de los Juegos, la lucha libre y el boxeo, se estrenaron en Saint Louis como deportes olímpicos.

Iban a celebrarse en Chicago

Coubertin había decidido, tras la celebración de las dos primeras ediciones en Europa, que el movimiento olímpico debía ampliar sus fronteras y explorar nuevos continentes. Estados Unidos fue el país elegido para ello y dos ciudades, Chicago y Saint Louis, fueron las únicas que presentaron su candidatura. En primera instancia, Chicago fue la ciudad seleccionada para la celebración de la III edición de los JJ. OO.: el COI se decantó por ella debido a su excelente oferta económica, que aseguraba unos ingresos cercanos a los 200.000 dólares.
Sin embargo, Saint Louis no se dio por vencida. Con la excusa de que se conmemoraba el centenario de la cesión, por parte de Francia, de los territorios de Louisiana a Estados Unidos, preparó una exposición universal y amenazó con montar una competición paralela. Chicago seguía siendo la preferida del COI, más aun teniendo en cuenta el enorme fracaso que supuso la coincidencia de la Expo Universal con los Juegos en París. Pero, debido a problemas de organización, Chicago pidió retrasar los Juegos hasta el año 1905, algo que iba en contra de lo establecido en la Carta Olímpica. Finalmente, se solicitó el arbitraje del mismísimo presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, quien tomó la decisión de que Saint Louis fuera la sede de esta tercera edición.

Racismo

La celebración de las ‘Jornadas antropomórficas’ ha sido, probablemente, uno de los hechos más vergonzosos de la historia del olimpismo (aunque hay que tener en cuenta que, en esta época, el COI no tenía autoridad para regular este tipo de espectáculos, sino que era la ciudad organizadora la que coordinaba estos actos). Se celebraron dentro de las instalaciones olímpicas y se consideraban un complemento de los Juegos. En ellas, un grupo de personas que representaban a las razas exóticas e ‘inferiores’ -negros, mestizos, enanos, pigmeos, indios sioux, árabes e igoratas de Filipinas, sirios...- y que habían sido llevados a Saint Louis desde distintas ciudades estadounidenses, eran exhibidas realizando actividades deportivas propias de su país, o practicando disciplinas olímpicas. El propio barón de Coubertin calificó con dureza esta iniciativa: “Ha sido un espectáculo bochornoso”.

Héroes y curiosidades

Daniels

El estadounidense Archie Hahn, más conocido como el ‘meteoro de Milwaukee’, ganó las competiciones de los 60 m, 100 m y 200 m lisos, fijando el récord olímpico de esta última especialidad en 21,6 segundos. Este récord perduraría durante 28 años.
En la prueba del lanzamiento de disco, los estadounidenses Martin Sheridan y Ralph Rose empataron en la final: ambos lanzaron el el disco a 39,28 metros Los jueces decidieron que debía haber un desempate: finalmente se impuso Sheridan.
Nada menos que tres atletas lograron seis medallas en esta edición de los Juegos. El gimnasta estadounidense Anton Heida logró cinco victorias: en potro con arcos, barra fija, salto largo, combinado y sexatlón por equipos, además de un segundo puesto en paralelas. Por su parte, George Eyser logró tres victorias: fue en las pruebas de sexatlón por equipos, paralelas y ¡escalada de cuerda de 25 pies! También ganó dos medallas de plata en salto largo y potro con arcos y una medalla de bronce en barra fija. Mientras que en ciclismo, Dowling consiguió dos medallas de oro (en 2 y 25 millas), tres de plata (en las pruebas de una milla, y de cuarto y tercio de milla) y un bronce (en la media milla). Fred Lorz se impuso, a priori, en la prueba de maratón. Pero fue descalificado cuando los jueces descubrieron que parte de la carrera la había realizado montado en un carro.


Récords y participantes

En casa y ante la falta de competencia (sólo participaron 12 países), Estados Unidos arrasó en esta edición de los Juegos. A ellos acudieron muy pocos atletas en comparación con la anterior edición: 687 –un tercio menos que en París-, que compitieron en 17 deportes. El aspecto positivo es que se asentó definitivamente la participación femenina: en Saint Louis compitieron seis mujeres.


Para ver el resto del reportaje pincha aquí



miércoles, 9 de abril de 2008

Historia de los Juegos Olímpicos ( III )

Los Juegos Olímpicos de París 1900

Por Jorge Corrales

“Ha sido un milagro que el movimiento olímpico haya sobrevivido a estos Juegos”, afirmó el Barón Pierre de Coubertin, creador de los Juegos Olímpicos modernos y, por aquel entonces, presidente del Comité Olímpico Internacional –COI-. El principal culpable de tan desolador balance fue algo completamente ajeno a los Juegos Olímpicos: la celebración de la Exposición Universal en la capital francesa durante todo aquel año. Debido a ello, además de alcanzar una duración récord en la historia olímpica (nada menos que ¡cinco meses y medio!: entre el 14 de mayo y el 28 de octubre), los Juegos quedaron totalmente diluidos –a lo que se añadió el desinterés total de los parisinos por las pruebas deportivas- entre la gran multitud de actividades que ofrecía la Expo.
Y es que, el movimiento olímpico tuvo que ‘tragar’ ante la presión, tanto de la opinión pública como de los dirigentes franceses, empeñados en convertir los Juegos en una mera extensión de la Exposición. Todo ello en una ciudad que estaba más preocupada por la construcción del Metro y de su nuevo entorno metropolitano, o de hacer de París un lugar donde se unieran un estilo mundano de vivir y el lujo, que de los ideales olímpicos.
En muchas ocasiones, los participantes ni siquiera sabían si estaban compitiendo en una actividad más de la Expo o en una prueba olímpica, ya que éstas se presentaban como concursos, festivales y reuniones internacionales, sin ningún tipo de nexo en común entre ellas y casi siempre con una inscripción abierta. Esto provocaba que, tanto los deportistas amateurs -a quienes, básicamente, se dirigían los Juegos- como los profesionales, compitieran mezclados en las pruebas (incluso se promovía para aumentar la curiosidad del público), con el consiguiente disgusto del Barón de Coubertin, ya que esto destruía una parte muy importante de los ideales olímpicos. Además, la polémica era continua, ya que no existía una normativa oficial, y si existía, se anulaba o reinventaba a conveniencia de unos cuantos.
Sin embargo, de esta edición también se puede salvar alguna cosa positiva. La primera y más importante es que, pese al temor de muchos, los Juegos sobrevivieron a semejante desprestigio y pisoteo de sus valores. La segunda es que, por primera vez (aunque con la desaprobación de Coubertin), hubo participación femenina. La tercera, afecta a los españoles en exclusiva, ya que en París se conquistó la primera medalla olímpica para el deporte español. La logró Pedro Pidal, al ganar una plata en la prueba de tiro al pichón. Además, extraoficialmente y en pelota vasca, una de esas competiciones que no estaba muy claro si formaban parte de los Juegos o no, los pelotaris Amezola y Villota lograron el oro en el torneo de frontón largo.
Sin duda, este enorme fracaso debió golpear muy duramente a Coubertin quien, tras lograr recuperar los Juegos de la antigüedad, había conseguido llevarlos, por puro empeño personal y con muchas dificultades (el Comité Olímpico Griego defendía que los Juegos debían celebrarse a perpetuidad en Atenas), a su ciudad de origen.

El héroe de los juegos: RAY C. EWRY


Ray Ewry
Este saltador estadounidense, conocido en su tiempo como ‘el hombre de goma’, inició en París una serie de éxitos olímpicos que le llevarían a conquistar, entre las ediciones de 1900, 1904 y 1908, un total de ocho medallas de oro. Pero, lo más increíble de esta hazaña, es la historia personal de Ewry: había sido paralítico de niño. Sin embargo, a través de una serie de ejercicios que el mismo ideó, logró recuperar la movilidad y la elasticidad en las piernas y dotarlas de tal fuerza que su superioridad sobre el resto de competidores era abrumadora. Ewry, que competía en las pruebas de salto sin impulso, se impuso en tres modalidades en París: altura, longitud y triple salto. En Saint Louis 1904 volvió a revalidar sus títulos en esas tres mismas pruebas y, en Londres 1908 y ya con 35 años, logró otros dos triunfos en altura y longitud (el triple salto desapareció del programa en esa edición). En muchas clasificaciones es considerado como el atleta que más medallas de oro ha ganado en la historia de los Juegos, debido a que a los ocho oros ya mencionados, se añaden los dos conseguidos en la cita olímpica no oficial de Atenas 1906, organizada por la ciudad helena para conmemorar el décimo aniversario de la restauración de la Olimpiada.


Records y curiosidades

- El norteamericano Alvin Kraenzlein ganó en cuatro pruebas: 110 m y 200 m vallas, 60 metros lisos y salto de longitud. En atletismo, su récord de cuatro victorias en pruebas individuales (otros lo han logrado corriendo las pruebas de relevos) no ha sido igualado todavía por nadie.

- La tenista británica Charlotte Cooper fue la primera campeona olímpica de la historia.

- Tal era el desinterés de los franceses por estos Juegos que ni siquiera se construyó un estadio olímpico para el evento. Por ello, se tuvieron que utilizar las pistas del velódromo de un club de París, el Racing Club.

- La prueba de la maratón fue un desastre total: el recorrido de la prueba se cambió poco antes del comienzo, el norteamericano que iba en cabeza fue atropellado por un coche, la pista de atletismo tenía baches y estaba en muy mal estado…

- En lugar de medallas, a los vencedores se les obsequió por su triunfo con los más pintorescos objetos (guantes, bastones…), la mayoría procedentes de donaciones particulares ya que la organización se había despreocupado de ese asunto: muchos atletas se negaron a aceptarlos.

- Los deportistas alemanes tuvieron que pasar su primera noche en París a la intemperie ya que la organización se había olvidado de reservarles alojamiento.

- La Exposición Universal ensombreció tanto estos JJ.OO. que no hubo ni siquiera cartel oficial. Tan sólo se realizaron algunos que hacían referencia a concursos muy determinados, y todos ellos dentro del marco de la Exposición, aunque en realidad pertenecieran a los Juegos.


PEDRO PIDAL: primer medallista español

Pedro Pidal primer medallista español
Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós (Somió, Gijón, 1870-1941), Marqués de Villaviciosa, fue un personaje muy polifacético. Además de ser el primer medallista olímpico español, fue escritor; cazador; montañero; escalador; diputado; senador; periodista y abogado. Estudió leyes y, desde muy joven, se dedicó a la política, siendo elegido en 1896 diputado a las Cortes por la localidad asturiana de Belmonte de Miranda, escaño que revalidaría en Luarca –Asturias- y Mondoñedo –Lugo-. Tenía un fuerte sentimiento patriótico, religioso y de amor por la naturaleza (fue el gran propulsor de la creación de los dos primeros Parques Nacionales de España: el de Montaña de Covadonga y el de Ordesa, en 1918).
Cuatro años después de su gesta parisina, llevó a cabo otra que le concedió aún más popularidad: el 5 de agosto de 1904, y acompañado de Gregorio Pérez, llegó a la cumbre del Naranjo de Bulnes (Cabrales, Asturias), ascensión que anteriormente habían intentado sin éxito numerosos escaladores tanto españoles como extranjeros. Pidal falleció en 1941 y sus restos reposan, a petición propia, en el Mirador de Ordiales (Parque Nacional de Covadonga). Hasta allí fueros trasladados por una larga comitiva de montañeros que se alternaron para transportarlos.


Países y medallero

El caos fue tal que ni siquiera existe una cifra fiable acerca del número de países y atletas participantes, o del número de deportes que formaron parte del programa olímpico (aunque según datos del Comité Olímpico español fueron 997 atletas, de los que 975 eran hombres y 22 mujeres, representando a 24 países, los que compitieron en 18 modalidades deportivas). Los franceses simplemente arrasaron en el medallero.


Para ver el resto del reportaje pincha aquí