jueves, 29 de mayo de 2008

Las mejores películas sobre deportes: 'Una mala jugada '

Una mala jugada
De qué va...

Una mala jugada es la historia la paradoja del baloncesto profesional de EE. UU.: la búsqueda de un Mesías que llene el espacio que dejó Michael Jordan tras su retirada. En esta película Jesús (nombre más que apropiado) Shuttlesworth es ese chico. De momento, sólo ha terminado su educación en el instituto, por lo que se encuentra en la difícil situación de elegir en qué universidad estudiará y –por ende– qué equipo universitario disfrutará de su juego espectacular. Jesús recibe presiones de todos: de la familia con la que vive (que piensan más en el dinero que les puede hacer ganar el chico que en su bienestar), su novia, sus amigos, las propias universidades que tratan de seducirle con todo tipo de regalos y parabienes, la NBA... y, sobre todo, la visita inesperada de su padre (encarcelado hace años por asesinato) y que vuelve a la calle tras aceptar un trato del alcaide de su prisión: le reducirá la pena si consigue que Jesús juegue para la universidad donde él estudió. Lo malo es que padre e hijo mantienen una relación muy tensa por unos hechos dramáticos del pasado.


Por qué hay que verla...

Quizás por ser una de las películas menos conocidas sobre baloncesto y porque trata unos de los temas más controvertidos de los últimos años: la presión y tratos de favor que reciben los jugadores (la mayoría de menos de 18 años) antes de ser fichados. Situación que ha desembocado en duras restricciones de la NBA para evitar este tipo de casos. Además, resulta curioso que, lo que se cuenta en “Una Mala Jugada”, sea muy parecido a la vida del último “salvador” del baloncesto americano: Lebron James. Por si fuera poco, hay imágenes de partidos reales –tanto en canchas oficiales como en la calle– que tienen gran calidad. De hecho, el protagonista de la película es Ray Allen (escolta de los Seattle Supersonics y recientemente fichado por Boston Celtics), quien ya sufrió en sus carnes la presión de ser el “sucesor de Jordan”. Además, merece la pena ver a Denzel Washington (que interpreta a Jake Shuttleworth, el padre de Jesús) en un papel muy alejado de los héroes que suele interpretar (y que, con matices, repitió en “Día de entrenamiento”, lo que le valió un Óscar).


he got game


Curiosidades

  • Ray Allen no es único jugador de la NBA que aparece en el film: Scottie Pippen, Shaquille O’Neal, Reggie Miller o el mismísimo Michael Jordan hacen pequeños ‘cameos’. Entre ellos, el más gracioso es Charles Barkley, que remata su aparición en un programa de televisión donde se habla de Jesús cono un: “Alabado seas, Jesús”.
  • Spike Lee, el director, es un ferviente seguidor de los New York Knicks y es muy habitual verle en el estadio del equipo neoyorquino, el Madison Square Garden. Su relación con el baloncesto no acaba aquí. Hace años fue él quien dirigió los anuncios más famosos que hizo Michael Jordan para la marca deportiva Nike.

Mejores momentos

El clímax de la película llega en sus momentos finales: Jesús parece que ya ha decidido en qué universidad quiere jugar (sobre todo atendiendo a las necesidades de su hermana pequeña, de quien cuida), pero su padre pide una última oportunidad de convencerle: jugando un partido uno contra uno. Si Jesús gana, su padre dejará en paz a su hermana y a él mismo; si pierde, tendrá que jugar en la universidad que proponía el alcaide. Un partido épico, tenso, trágico (esos dos personajes vivieron un encuentro parecido unos años atrás) y, que por si fuera poco, nos permite ver jugadas típicas de los partidos callejeros que se pierden en el baloncesto de equipo.


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lunes, 26 de mayo de 2008

La promesa: Mireia Belmonte


La gran esperanza de la natación española

A los 16 años ya era bicampeona del mundo y de Europa en categoría junior. Además, posee 10 títulos de campeona de España en categoría absoluta y ha acabado con el record más antiguo de la natación española.

Por Raúl del Campo

Mireia Belmonte, la más firme promesa de la natación española, empezó a nadar por casualidad. “A los cuatro años me detectaron problemas de escoliosis -una ligera desviación de la columna vertebral- y los médicos me recomendaron practicar natación”. ¡Bendita casualidad! Por que tal vez ese pequeño problema, relativamente habitual y de muy sencillo tratamiento, es la causa de que ahora mismo contemos con una de las nadadoras con mayor futuro del panorama internacional… y casi la única española que tiene posibilidades de lograr medallas en competiciones internacionales en un deporte que no acaba de arrancar en España. “Es que aquí somos muy conformistas, los nadadores de otros países son mucho más exigentes consigo mismos”. Sin embargo, no se considera la salvadora de la natación española -“ahora mismo, Erika Villaecija es la mejor”, afirma con modestia-. Belmonte es una nadadora muy completa: su especialidad son los 200 y 400 estilos, prueba que combina el crol, la braza, la espalda y la mariposa.

Un día a día muy duro

Sin embargo, el camino hacia el éxito no es un camino de rosas. Ni en lo profesional: “Me levanto a las 7 de la mañana y, media hora después, ya estoy entrenando hasta las 9:30. Luego tengo tres horas de clase, como, vuelvo a clase y por la tarde entreno otras tres horas. Acabo a las 9 de la noche. Tiempo libre, el justito”; ni en lo personal: “Es una vida dura, porque no puedes salir con tus amigos todo lo que te gustaría, ni por las noches porque al día siguiente entrenas. Pero te acabas acostumbrando”. A lo que no se acostumbra Mireia es a estar alejada de su familia: “cuando estoy fuera, en las competiciones, les hecho de menos; pero el año pasado, cuando me trasladé a Madrid para seguir entrenando con el que había sido mi entrenador las tres temporadas anteriores, Jordi Murio, fue el peor”, afirma. No se acabó de adaptar a la vida en la capital: el cambio de profesores, de residencia, de amigos… “Así que pesé todo en una balanza y decidí regresar a Barcelona “ahora vivo en la residencia del CAR de Sant Cugat y tampoco los veo todos los días… pero me siento más como en casa”.
¿Y los estudios? “Para mi son lo más importante, porque no voy a vivir siempre de la natación. Intento llevar todo al día, pero es difícil, sobre todo cuando tengo competiciones en el extranjero y estoy mucho tiempo fuera. Mira este año por ejemplo: me coincide la Selectividad con la preparación para los Juegos Olímpicos, no se cómo lo voy a llevar… pero claro unos Juegos son sólo una vez cada cuatro años”.

Una luchadora con los pies en el suelo

Profesionalmente se define como “una nadadora muy luchadora: no me rindo nunca y siempre doy lo máximo de mi”. Pero, ¿cómo es la chica de 17 años que se esconde bajo esta gran campeona? “Un poco tímida, luchadora, perseverante y, sobre todo, muy exigente”. Y parece tener las cosas muy claras y la cabeza muy bien asentada: “Si al final no consigo todo lo que se espera de mí, no me voy a sentir triste o presionada. Si se que me he esforzado al máximo entrenando y que en la competición he dado todo lo que tenía, tendré la conciencia tranquila”. También tiene muy definido cual es su objetivo profesional “Obtener medalla en unos Juegos Olímpicos, que son lo máximo: en Pekín tal vez sea un poco pronto todavía, pero en Londres 2012 tengo que ganar una medalla”. No podrá retrasarlo mucho más porque su intención es retirarse con 25 o 26 años: “las pruebas de estilos son muy duras y desgastan mucho físicamente. Es difícil que el cuerpo aguante mucho más a esa edad”.

Y un consejo para los nadadores que despuntan siendo muy jóvenes y que quieren llegar a lo más alto: “Que no se rindan nunca. Hay muchas veces que las cosas no salen bien: es normal y no hay que venirse abajo. La solución es sencilla: entrenar más y tirar siempre para adelante”. Palabra de alguien que sabe muy bien de lo que habla.

FICHA

Nombre: Mireia Belmonte García

Club: CN Hospitalet

Edad: 17 años (10 noviembre de 1990).

Se ha criado en: Badalona (Barcelona)

Altura: 1,70

Peso: 60 kg

Estudios: Está cursando 2º de Bachillerato.

Hobbies: Me encanta ir al cine… y de compras.

Cuestionario

- ¿Qué te gustaría ser cuando te retires? Quiero estudiar la carrera de Administración y Dirección de Empresas + Derecho.

- Tu nadador favorito: Michael Phelps, sin duda. Es un fuera de serie pero, además, muy humilde, no como otros que se lo tienen muy subidito.

- Tu estilo preferido: la mariposa, me divierte mucho. ¿Y tienes que mejorar…?: la braza.

- Las personas más importantes para llegar hasta aquí: mis padres y mi entrenador.

- La carrera que mejores recuerdos te trae: la de 400 estilos del mundial junior. Iba muy igualada con la rusa en el tramo de braza: cuando hicimos el último giro y vi que la dejaba atrás ni me lo podía creer.

- ¿Qué otros deportes practicas?: Sólo natación. No tengo tiempo para más.

- ¿Te gusta ver deporte por televisión? Sí, me encantan la Fórmula 1, las motos, la natación sincronizada y la gimnasia rítmica.

- ¿A qué otros deportistas que no sean nadadores admiras?: A la selección de baloncesto que son maravillosos y a Gervasio Deferr, un campeón nato.

- Tu grupo preferido: Me gusta de todo un poco, pero sobre todo la música latina.


¿Por qué hay que seguirla?

Porque es la única nadadora criada en España -Martín López Zubero también lo logró- en proclamarse doble campeona del mundo junior. Con su récord de España en xx estilos -1 50 56- se habría metido en la final del pasado mundial de natación de Melbourne… y tiene sólo 17 años y un margen de progresión extraordinario. Este es su palmarés:

2006:
Oro en 200 libres y en 400 estilos en el Europeo Junior de Palma.
Oro en 400 libres y en 400 estilos en el Mundial Junior de Río de Janeiro.
11ª en 400 estilos y 12ª en 800 libres en el Europeo absolutos de Helsinki.

2007:

12ª en 400 estilos, 19ª en 200 estilos y 22ª en 200 mariposa en el Campeonato del Mundo absoluto de Melbourne.

Campeona de España absoluta de 200 y 400 estilos, y 200 mariposa.

4ª en 200 estilos en el Open Internacional LEN de París.

Plusmarquista nacional absoluta de 400 estilos con 4.44.10 (Cádiz, abril 2007) y de 200 estilos 2.15.60 (Barcelona, julio 2007).


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martes, 20 de mayo de 2008

La Leyenda: Rod Laver

Rod Laver
El tenista más grande de todos los tiempos

Raúl del Campo


A lo largo de la historia ha habido muchos grandes tenistas. Curiosamente, el más grande de todos es uno de los más desconocidos para el gran público. Para muchos entendidos es el mejor tenista de la historia. ¿Estás de broma? Pero, si apenas he oído hablar de él, pensarás. Es cierto. Y seguramente tampoco habrás visto muchas imágenes de su época de jugador (incluso en youtube es difícil encontrarlas). Y, sin embargo, Laver es una leyenda en su país natal, Australia. Así, por ejemplo, el recinto donde cada año se disputa el Open de Australia, primer ‘grande’ del año, lleva su nombre.

¿Sigues sin estar convencido? Bien, pues repasemos su historial. Laver ha sido el único tenista que ha conquistado dos veces -1962 y 1969- el Grand Slam, es decir, ganar los cuatro torneos ‘grandes’ en el mismo año. Además, conquistó 163 títulos individuales (lo que supone un récord absoluto, superando ampliamente los 109 de Jimmy Connors) a lo largo de su extensísima carrera -15 años, entre 1960 y 1975-. También venció en innumerables torneos de dobles y dobles mixtos; se mantuvo durante 16 años -hasta las 37 primaveras- entre los diez mejores del mundo, ganó cinco Davis y once torneos de Grand Slam (a sólo tres del récord absoluto de 14 que posee Pete Sampras)... ¡Y eso que no pudo participar entre 1963 y 1968 en este tipo de torneos porque se pasó al profesionalismo!

Rod Laver (9 de agosto de 1938, Rockhampton, Australia) fue en su época lo más parecido a lo que es hoy en día el suizo Roger Federer: una máquina de aplastar rivales. Logró gestas que después no han conseguido igualar ninguno de los tenistas más grandes y famosos de la historia: Bjon Borg, John McEnroe, Pete Sampras… Entonces, ¿por qué prácticamente nunca se le nombra como uno de los más grandes? ¿Por qué hay un puñado de excelentes, aunque peores tenistas, mucho más conocidos para el gran público?

La prehistoria del tenis

La razón es sencilla: gran parte de su larga carrera se desarrolló en una época en la que el tenis estaba en pleno periodo de estructuración. No existían los ‘rankings’, ni el circuito profesional, había multitud de torneos en los que se entremezclaban amateurs con profesionales. Es decir, un completo desastre organizativo que Laver sufrió en sus propias carnes más que nadie: estuvo excluido de los torneos de Grand Slam durante siete temporadas, precisamente las que coincidieron con sus mejores años de juego.

Tal vez la mejor forma de comprenderlo sea repasando su carrera que, forzosamente, hay que dividir en tres etapas. Entre 1960 y 1962, época en que los tenistas aún eran deportistas amateurs y en los que no existía nada parecido a un circuito profesional. En esos tres años Laver ganó 40 títulos, entre los que destacan seis torneos de Grand Slam, cuatro de ellos en el año 1962. Se convirtió así en el segundo jugador de la historia en lograrlo (el primero había sido el estadounidense Don Budge en 1938).

Pero, en 1963, sucede algo que cambiará para siempre la vida de este hijo de tenistas profesionales que había empezado a jugar con su hermana y a desarrollar su gusto por competir cuando apenas levantaba un palmo del suelo: el magnate industrial estadounidense Lamar Hunt decide crear un circuito profesional y el tenis avanza definitivamente hacia la modernidad. Laver, que como el resto de tenistas ganaba lo justo para poder acudir a los diferentes torneos que se disputaban por el mundo, decide pasarse al profesionalismo -en cuyos torneos se repartían suculentos premios económicos- y sacar rentabilidad a su profesión. Algo que logró con creces, ya que fue el primer profesional en lograr un millón de dólares (¡de los de hace 40 años!) de ganancias acumuladas. Sin embargo, esto le impidió competir tanto en los torneos de Grand Slam como en la Copa Davis, reservados exclusivamente a tenistas amateurs. En esta segunda época ganó 54 torneos individuales.
La tercera etapa de este convulso periodo comienza en 1968. Ese año se establece la actual ‘era Open’, en la que la participación en los diversos torneos -excepto en la Copa Davis- está abierta a todo aquel que quiera competir. Ese mismo año logra su tercer Wimbledon consecutivo y otros diez títulos más. Casi nada comparado con lo que Laver iba a realizar la temporada siguiente: en ese increíble 1969, conquista 18 títulos, entre ellos los cuatro grandes, convirtiéndose así en el único en conseguirlo dos veces. Para hacerse una idea de la gesta, sólo hay que señalar que nadie más ha ganado el ‘Grand Slam’ desde entonces. Insaciable, entre 1970 y 1975, el australiano gana otros 40 títulos, haciendo gala de una impresionante longevidad: en 1974 y a sus 36 años acaba el año como cuarto del mundo, el más veterano de la historia en finalizar una temporada en el ‘Top 5’. En 1975, año de su retirada, todavía era uno de los diez mejores del mundo.

Su vida tras dejar el deporte activo siguió relacionada con el tenis: jugó durante algunos años en el circuito senior, impartió clases, dio conferencias, pero desde 1998 -cuando sufrió una ataque al corazón mientras la cadena americana ESPN le entrevistaba- vive completamente alejado del mundanal ruido en su rancho de California, donde se ha convertido en un buen jugador de Golf.

Rod Laver

Un Equipo de Leyenda

Entre 1959 y 1962 Rod Laver formó parte de uno de los mejores equipos de Copa Davis que han existido en la historia. Junto a los extraordinarios Roy Emerson y Neale Fraser logró cuatro ensaladeras consecutivas. Lamentablemente, ese equipo de ensueño nunca más pudo volver a competir junto, ya que con el paso al profesionalismo de Laver -hasta 1973, sólo se permitía la participación de tenistas amateurs en la Davis-, quedó truncado.
En 1973, Laver pudo regresar al mundial oficioso por equipos: de nuevo le acompañaron otros dos mitos del tenis australiano, John Newcombe y Ken Rosewall. Una vez más, Laver se alza con la ensaladera, la quinta que conquistaba de forma consecutiva. De hecho, el australiano sólo jugó cinco veces la Davis: ganó las cinco participando en todas las finales.

Su Gran Momento

Tuvo lugar en 1969 en el West Side Tennis Club de Nueva York durante la disputa del US Open. Laver vencía a su compatriota Tony Roche en la final y completaba el segundo Grand Slam de su carrera, convirtiéndose así en el único hombre capaz de lograrlo. Tras un durísimo encuentro de cuartos de final en el que venció a su compatriota Roy Emerson en cuatro disputados sets (4-6, 8-6, 13-11 y 6-4), se impuso con relativa comodidad tanto al estadounidense Arthur Ashe (8-6, 6-3, 14-12) en semifinales como a Roche en la final (7-9, 6-1, 6-2 y 6-2).


Versátil y técnico

El australiano adoraba jugar sobre hierba. En esta superficie ganó la mayoría de sus títulos, tanto de Copa Davis (en esos años el equipo campeón sólo disputaba la final del torneo, en casa y eligiendo superficie: sobre el pasto verde los australianos eran casi invencibles) como de Grand Slam (y es que excepto el Open de Francia, actual Roland Garros, el resto de los ‘grandes’ se disputaban sobre hierba). Pero Laver también se desenvolvía con soltura en la superficie antagónica a la hierba: así, la tierra batida del torneo parisino le vio ganar dos veces y alcanzar una final. Por si fuera poco, también era un gran jugador en canchas duras -carpeta o moqueta-, sobre las que ganó innumerables torneos.

Y es que su variedad de golpes era extraordinaria. A pesar de su mediana estatura (1,75 m), Laver era un especialista del juego saque-volea, pero con infinidad de recursos: un gran golpe liftado con efecto ‘topspin’ -con el que la pelota gira en sentido de las agujas del reloj y, al botar sobre la pista, se eleva y acelera, haciendo más difícil devolverla-, un gran revés cortado y un innovador golpe que hacía mucho daño a sus rivales: el ‘topspin lob’ (un globo que parecía un golpe normal, pero que -gracias a su efecto- conseguía elevar la pelota cada vez más, permitiendo superar al contrario en la red con mucha facilidad y, al mismo tiempo, ajustar el golpe a la línea de fondo. Hoy en día uno de los recursos más utilizados en tenis). Además, era muy ágil y tenía una rapidez de piernas envidiable.


Palmarés

- Su carrera se prolongó durante 16 años, entre 1960 y 1975. Siempre se mantuvo entre los diez primeros de los distintos rankings (amateur, circuito profesional y Era Open).
- 163 títulos individuales.
- Cinco Copas Davis (1959, 1960, 1961, 1962 y 1973).
- Tres Open de Australia (1960, 1962 y 1969).
- Cuatro Wimbledon (1961, 1962, 1968 y 1969).
- Dos US Open (1962 y 1969).
- Dos Open de Francia (1962 y 1969).
- Seis títulos de dobles de Grand Slam (Cuatro Open de Australia, un Open de Francia y un Wimbledon).
- Tres títulos de Grand Slam de dobles mixtos (dos Wimbledon y un Open de Francia).



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sábado, 17 de mayo de 2008

Deportistas con corazón ( II )

Sean Elliot
Sean Elliot: "No importa cómo, pero volveré a jugar"


Su camiseta con el número 32 está retirada en el AT&T Center -el pabellón de los San Antonio Spurs-. Su mérito fue mantenerse en la NBA con una enfermedad renal y conseguir lo imposible: volver a las canchas después de un transplante.

Por Tomás Verleín

Sólo los deportistas que han sufrido una lesión importante saben lo que hace falta sufrir para volver de un periodo de inactividad. El objetivo es regresar, pero el camino es todo menos sencillo: no sólo hay que recuperarse físicamente, sino que la parte mental es tan importante -o más incluso- como los cuidados médicos. Hay casos que tienen un final feliz (como el de Jorge Garbajosa, jugador de los Toronto Raptors de la NBA, quien se recuperó de una grave lesión de tobillo y jugó el Eurobasket a buen nivel), otros que son una incógnita: Yago Lamela, medalla de plata en salto de longitud en los campeonatos del Mundo al aire libre de 1999, sigue recuperándose de una lesión en el pie que le ha tenido desde 2005 en el dique seco. Pero ninguno de estos dos deportistas tuvo que soportar, ni de lejos, una situación tan drástica como lo es un trasplante. Sean Elliot, actual comentarista de los partidos de la NBA y, hasta 2001, jugador de los San Antonio Spurs, sí que sabe muy bien lo que es recuperarse de una grave lesión. La historia de Sean Michaell Elliot (2 de febrero de 1968) repite punto por punto la de otros grandes deportistas americanos: demostró dotes y una predisposición natural para practicar deportes desde su más tierna infancia. Con diez años jugaba en tres equipos de su ciudad, Tucson (Arizona), en el de béisbol, fútbol y baloncesto; sólo el estirón propio de la adolescencia le llevó a decantarse definitivamente por el deporte de la canasta. Fue el líder del equipo de su instituto, el Cholla High y, posteriormente, de los ‘Cats’, el equipo de la Universidad de Arizona, donde ya mostró que era un jugador muy completo: un alero anotador con gran capacidad para coger rebotes y una buena visión de juego. En 1989 dio el saltó a la NBA, siendo el elegido de los San Antonio Spurs en la primera ronda del Draft -era uno de los jugadores más codiciados por todos los equipos-. En los batalladores Spurs de los 90, fue pieza fundamental (y durante la temporada 1994-1995 de los Pistons de Detroit), siempre a la sombra de Michael Jordan y sus Bulls.

El Calvario

Sean Elliot jugaba y hacía historia en la franquicia tejana (es el líder histórico de los Spurs en triples anotados, con 563, y figura entre los diez primeros en otras tantas estadísticas: robos -octavo con 522-, puntos -cuarto con 9.659-, rebotes -sexto con 2.941- y asistencias -séptimo con 1.700-), pero cada día que pasaba se encontraba peor. En 1998, le realizaron unas pruebas que resultaron muy concluyentes: Sean sufría una rara enfermedad renal llamada glomeroesclerosis que le envenenaba por dentro. Su tiempo se acababa porque la dolencia tenía un desenlace conocido: acabaría por inutilizar el riñón afectado por completo. Antes o después debería someterse a un trasplante. Lo más sensato hubiera sido abandonar la práctica del baloncesto, pero Sean quiso seguir jugando para ayudar a su equipo; fue un ejemplo de sacrificio y amor al juego, con una cruz: el alero tenía que someterse a diálisis casi a diario, un tratamiento que causa entumecimiento e incluso parálisis en las piernas y los pies. Pese a ello, y de manera impensable, sus números se mantuvieron intactos; sólo sufrieron un bajón en 1999, cuando la enfermedad estaba dejando sin opciones a Elliot.

La resurrección

Ese año 1999 fue el del primer título de los Spurs y el de la espectacular contribución de Sean en los momentos claves de la temporada, donde cuajó muy buenas actuaciones saliendo desde el banquillo. También fue el año del ultimátum de su riñón: el 21 de julio, a sólo un mes de la consecución del título, se confirmó que Sean Elliot necesitaba un trasplante urgente. El 16 de agosto el alero recibió un riñón de su hermano Noel y comenzó una nueva etapa en su vida, en la que su único anhelo era volver a salir a la cancha con los Spurs. Con tesón y siendo el último en abandonar todos los días el pabellón después de cada entrenamiento, consiguió ese difícil objetivo en menos de un año: el 13 de marzo de 2000, Sean se convertía en el primer jugador de la NBA que volvía a jugar después de un trasplante de riñón. Un año después se retiraba definitivamente tras 12 temporadas en la liga americana y convirtiendo el número 32 de su camiseta en un ejemplo de superación y de espíritu deportivo. Sus números: 14.2 puntos, 4.3 rebotes y 2.6 asistencias de media a lo largo de su carrera hablan de su calidad. Su confianza en sí mismo ya había quedado suficientemente demostrada. Además, Elliot allanó el camino para que cualquier deportista que sufra un trasplante pueda volver a jugar: como, por ejemplo, también lo logró el jugador de la NBA Alonzo Mourning -campeón de la NBA con los Miami Heat en 2006-.

Sean Elliot

El día del milagro

31 de mayo de 1999. ‘El Milagro del Memorial Day’ -día en el que se homenajea a los soldados muertos en la guerra civil estadounidense- es el sobrenombre que se le dio a uno de los partidos más emocionantes de la NBA en los últimos años. Los protagonistas fueron Sean Elliot y la situación límite de su equipo. Se disputaba el segundo partido de la Final de Conferencia entre los Spurs y los Portland Trail Blazers. Los segundos ganaban por una diferencia de 18 puntos en el tercer cuarto, controlando el encuentro, y sin dar opción a los tejanos (que con ‘Las Dos Torres Gemelas’: Tim Duncan y David Robinson, eran aspirantes al título por primera vez en mucho tiempo). Con todo en contra y sin saber muy bien como, los engranajes de los Spurs empezaron a funcionar uno tras otro: Duncan y Robinson dominaban ambas zonas con puño de hierro, la defensa no dejaba anotar a Portland con tanta facilidad… La diferencia de puntos se redujo hasta un 85-83 a favor de los Blazers con sólo 12 segundos en el reloj y la posesión para los Spurs. Sólo una jugada, todo o nada, como en los grandes partidos de basket. Popovich, entrenador de los Spurs, saca a la pista a Sean Elliot -en el peor momento de su enfermedad- para jugar una jugada rápida y de pizarra: Mario Elie, base del equipo, pasa el balón a la esquina donde está Sean. La asistencia a punto está de no ser tal, porque Stacey Augmon -alero de los Blazers- casi roba la pelota (primer milagro). Sean recibe el balón rozando con sus talones la línea de fondo, pero sin pisarla (segundo milagro), se cuadra y lanza un tiro ganador que no es taponado por Rasheed Wallace por una fracción de segundo (tercer milagro). Tres puntos y una victoria que encauzaban el camino de los Spurs hacia la final (batieron a Portland, que no se recuperaron de la pérdida de este partido, por 4-0, y en la final a los Knicks con facilidad) y recompensaban por anticipado el sufrimiento de la convalecencia de Elliot, que había liderado a su equipo y podría relamerse los labios una y otra vez con ese tiro imposible. Pura magia.


Lomu

Jonah Lomu Otro caso sonado

Afortunadamente, el caso de Elliot no es frecuente en el mundo del deporte pero, desgraciadamente, tampoco es único. Jonah Lomu, capitán, figura más destacada y leyenda de la selección de rugby de Nueva Zelanda, también tuvo que pasar por el quirófano para someterse a un trasplante de riñón. Del mismo modo que el jugador de la NBA, el ala de los ‘All Blacks’ prefirió seguir jugando al más alto nivel aun sabiendo que uno de sus riñones no funcionaba correctamente, por lo que desde 1995 -y en secreto- recibía tratamientos diarios de diálisis. Su rendimiento no se vio mermado, más bien todo lo contrario, hasta que en el año 2002 uno de los nervios de su pierna se vio seriamente dañado mientras le administraban el tratamiento de diálisis. Los rumores empezaron a aparecer en los medios. Algunos apuntaban incluso a la muerte del jugador de rugby. Lomu salió al paso de todo esto y, por fin, confesó que sufría una enfermedad en los riñones desde hacía siete años. Más aún, necesitaba un trasplante. Y lo peor de todo, debía abandonar la práctica de su deporte hasta que se recuperara. La operación fue un éxito, pero Lomu no regresó a la selección. De hecho, aunque ha estado preparando concienzudamente su regreso, jugando en equipos de Gales y manteniendo viva la esperanza de jugar en la Copa Del Mundo de Rugby celebrada este año en Francia, finalmente no ha podido ser. Los médicos aconsejaron a Lomu que se retirara (los placajes del rugby eran un peligro para su nuevo riñón), algo que todavía no ha hecho. No ha estado presente en Francia para disputar el mencionado campeonato pero, con 32 años, todavía piensa que puede volver a la selección en 2008. De momento, es protagonista de un anuncio de Adidas en el que explica lo que le sucedió.

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viernes, 9 de mayo de 2008

Tema Central diciembre ( V )

dopaje genético
Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

Otros casos sonados

El caso de la RDA

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Fue el primer escándalo relacionado con el dopaje que se hizo público. Durante más de tres décadas -desde los años 60 hasta la caída del muro de Berlín en 1989-, 10.000 atletas que formaban -República Democrática Alemana- fueron dopados mediante pastillas. Favorecido por la Guerra Fría y el oscurantismo que se vivía en la Alemania dominada por la URSS, la RDA trató de tú a tú a EE.UU. y a la propia ‘madre Rusia’ en todos los Juegos Olímpicos y competiciones atléticas durante 25 años. En 2000, Ewald Hoeppner, director médico del ministerio de deportes en aquella época, fue puesto en libertad condicional tras ser condenado por causar daños físicos 142 mujeres deportistas en la RDA.
Algunas de esas mujeres declararon en el juicio que consumían, bajo recomendación de los médicos, hasta 30 pastillas diarias. Los efectos secundarios de esa dieta de medicamentos (que contenían esteroides -hormonas masculinas- en su mayor parte) se han visto con el tiempo: la mayoría de las atletas han sufrido cáncer, problemas en el hígado, disminución de su pecho, masculinización de su voz, abortos y nacimientos de niños deficientes… Todo ello por no hablar del caso de Heidi Krieger, quien empezó a tomar los esteroides -en forma de cinco pastillas azules diarias- a los 13 años por indicación de su entrenador y que, en 1987, empezó a sentirse más como un hombre que como una mujer. La historia terminó en 1997 con una operación de cambio de sexo: Heidi se convirtió en Andreas. Su operación se explica si se sabe que tomaba incluso el triple de la ración diaria de esteroides que le recomendaban los ‘médicos’. Otras atletas no han encontrado todavía una solución a su problema, como Katarina Bullin -medalla de plata con la selección de la RDA de voleibol en Moscú’80-, que lleva más de diez operaciones en sus articulaciones debido a la administración de anabolizantes y calmantes por parte de los ‘médicos’. Las lesiones que sufrió entonces fueron enmascaradas por otros fármacos, lo que lo que ha derivado en su actual estado.
La demanda de todos los deportistas afectados ha dado sus frutos: 167 víctimas del dopaje recibirán 9.250 euros de indemnización por parte del Comité Olímpico Alemán y de la empresa farmacéutica que preparaba los esteroides, Jenapharm. En 2004, ya hubo otra demanda colectiva de 175 atletas: consiguieron 9.688 euros por cabeza.


El caso Balco

caso balco

Balco era el nombre del laboratorio médico más famoso de San Francisco, EE.UU. Entre sus clientes contaba con atletas como Marion Jones -campeona olímpica y del mundo en 100 y 200 Montgomery -campeón olímpico de 4x100 en Sydney y antiguo ex recordman mundial de 100 metros, con 9,78 segundos-, Kelly White -campeona del mundo de 100 y 200 metros en Paris 2003- y Alvin Harrison -medalla de plata en 400 metros en Sydney 2000-. Su éxito en las pistas hablaba por sí mismo de la eficacia de los métodos médicos que seguían en Balco. Todo cambió en 2003, a pocos meses de la celebración de lo JJ.OO. de Atenas: la Agencia antidopaje americana empezó a investigar el laboratorio, las actividades que allí se realizaban y a su presidente Víctor Conte. Las intervenciones llegaron: se confiscaron frascos, muestras y medicamentos que probaban sobradamente la utilización de esteroides y EPO. Los resultados de todas estas investigaciones fueron diversas sanciones: a Harrison, White y Montgomery se les despojó de todos los títulos que habían obtenido desde 2001 (año en el que empezó su relación con el laboratorio de San Francisco), lo que también ocurrió con otros deportistas de la liga nacional de béisbol americana y con los jugadores de los Oakland Raiders, de la NFL. Marion Jones nunca fue sancionada oficialmente, pero cayó en una depresión por ser vista como una tramposa de la que todavía no has salido, hoy en día piensa en la retirada.


El dopaje en el ciclismo

dopaje ciclismo

Es el deporte más asociado al dopaje, al menos en el siglo XXI. Todo comenzó con el escándalo del equipo Festina durante el Tour de 1998. El masajista del equipo francés, Willy Woet, fue detenido con 400 frascos de sustancias prohibidas: Woet involucró a toda la cúpula del equipo y el Festina fue expulsado de la carrera francesa. Durante la disputa de la prueba, los corredores del conjunto francés fueron interrogados y, ante la evidencia de las pruebas, todos confesaron su culpabilidad en los interrogatorios excepto Richard Virenque, quien negaba una y otra vez su implicación. Las sanciones no tardaron en llegar: los suizos Alex Zülle, Laurent Dufaux y Armein Meller fueron condenados a ocho meses de inhabilitación. Virenque se retiró y, poco después, también fue formalmente condenado por doparse. La carrera, que se seguía disputando mientras tanto, fue muy convulsa: las discusiones entre el director del Tour, Jean Marie Leblanc, y los de los equipos, fueron constantes. Desde entonces, nada ha vuelto a ser lo mismo en el ciclismo, el dopaje ha salpicado a grandes campeones como Marco Pantani o Jan Ullrich. Tras la Operación Puerto, llevada a cabo por la policía española en el año 2006, parecía que iba a haber un antes y un después en el ciclismo, en el que nunca más se volvería a hablar de EPO, anabolizantes u otras sustancias dopantes. La UCI -Unión Ciclista Internacional- incrementó, si cabe, el rigor de los controles que pasaban los ciclistas: a los análisis de sangre por sorpresa, que ya eran tradición en el pelotón, se unieron un contrato que obligaba a todos los profesionales a donar su sueldo de un año en caso de dar positivo en algún test antidoping, así como el control exhaustivo de los entrenamientos en solitario de los corredores (quienes tenían que estar disponibles para pasar cualquier tipo de prueba que le ordenara el equipo, así como facilitar en qué lugar se estaba entrenando y en qué condiciones). Todos los ciclistas pasaron por el aro y admitieron estas imposiciones: así se inició el Tour 2007. En las tres semanas que duró la ronda francesa, el ciclismo sufrió el tiro de gracia: el líder Rasmussen tuvo que abandonar la carrera porque había vulnerado la reglamentación de la UCI (no estuvo localizable durante el mes de junio cuando su equipo le requirió para un control). Además, otros ciclistas de renombre como Alexander Vinokourov, Patrick Sinkewitz, Cristian Moreni y Alessandro Petacchi tuvieron que dejar la carrera por dar positivo por EPO u otras sustancias.


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martes, 6 de mayo de 2008

Tema Central diciembre ( V )

Dopaje genético
Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI

Por Borja Pérez

¿Cómo detectarlo?

Desde que la AMA incluyó en 2003 el dopaje genético en su lista de métodos prohibidos, la organización internacional comenzó a tomar medidas para intentar saber más acerca de esta práctica ilegal. Para ello, fomentaron las reuniones con deportistas de todo el mundo para explicarles los peligros de algo tan experimental como la terapia genética y crearon un panel de expertos que mantuvieran a la AMA a la vanguardia en cuanto a la detección de este tipo de tratamientos. Hasta ahí todo bien, pero la agencia pronto encontró una seria dificultad: si al insertar un gen en un cuerpo humano este ya forma parte de él, ¿cómo se sabe si se trata de un gen nuevo o ha estado ahí siempre? Las investigaciones de la AMA ya han dado su fruto en este aspecto: el gen introducido no deja pistas, pero sí lo hace la proteína que sintetiza, la cual se puede medir. Además, el gen puede tener un efecto sobre otros, creando firmas genómicas -patrones o pistas que se pueden seguir para descubrir rastros de dopaje genético-. Según David Howman, director general de la AMA: “El método de detección será similar al que usan los astrónomos para encontrar planetas: no pueden ver el planeta, pero saben que está ahí al observar el efecto que su gravedad ejerce en los objetos cercanos que sí son visibles”.

A día de hoy, hay cuatro proyectos financiados por la AMA que pueden convertirse en cuatro análisis para detectar el dopaje genético:

A través de los leucocitos de la sangre

Genetic doping

Con un solo análisis de sangre, se podría saber si el deportista ha sido tratado con un gen que modifique el comportamiento de la hormona del crecimiento (buscando incrementar el nivel de masa muscular del individuo). Este gen afecta también a los leucocitos -los glóbulos blancos o las células que se encargan de la defensa de nuestro cuerpo-. La prueba permitirá descubrir en menos de un día si las células han sido modificadas genéticamente o no. Un test parecido ya se utilizó en los JJ. OO. de Atenas y los de invierno de Turín en 2006 (se sospechaba que algunos atletas estaban modificando su hormona del crecimiento mediante medicamentos, sin utilizar la genética). Es el estudio más avanzado pero, al tratarse de una prueba complicada de realizar, la AMA buscó un colaborador en el desarrollo de este control antidoping: la empresa alemana CMZ-Assay es la encargada de suministrar tanto los equipos necesarios para el test como la técnica adecuada para realizarlo; prevén que todo estará listo para finales de este mismo año.

Por la modificación del factor de crecimiento

IGF-1

Este estudio lo dirige Theodore Friedmann y se ha llevado a cabo en la Universidad de San Diego (California). Una modificación del factor de crecimiento sirviéndose del gen adecuado adecuado para ello podría ser detectada (pese a que en principio parecía imposible distinguir entre la IGF-1 producida de manera natural por el cuerpo y la que que se ‘crea’ tras introducir un gen) gracias a una pista que deja en la sangre; de esta forma, muchas células y tejidos afectados por la administración de IGF-1 llevarían su marca: una especie de firma (patrones anormales de información genética) que incriminarían al deportista dopado. De momento, Friedmann no ha hecho ninguna estimación sobre cuándo estará disponible como test antipodping.

A través de imágenes moleculares

Resonancia magnética nuclear

Mediante una resonancia magnética nuclear y un líquido de contraste muy avanzado que se inyectará en el deportista analizado, se conseguirá una imagen molecular de éste. La ‘foto’ permitirá detectar cualquier cambio en la información genética de los tejidos del cuerpo del deportista, es decir, que si introducimos el gen que manipula la EPO, algunos tejidos -como los músculos- se verían afectados también por el mismo gen. Esta forma de detección está siendo investigada por el profesor Jordi Segura de la Unidad de Investigación Farmacológica. Buscando detectar la alteración de la EPO, el científico australiano Robin Parisotto ha desarrollado una prueba que también utiliza imágenes moleculares. Se prevé que esté lista dentro de dos años.


Programa global de detección

dopaje genético

Se trata de un estudio dirigido por Jane Roberts desde el Laboratorio HFL, uno de los más antiguos del mundo: realiza controles antidopaje desde 1967. Propone un enfoque más global y práctico: el dopaje mediante manipulación genética alterará los genes de varios tejidos accesibles (como la mucosa bucal); estas variaciones podrían detectarse con técnicas muy avanzadas que identificarían patrones de genes asociados al dopaje genético. En teoría, sería la técnica más sencilla de aplicar -sólo habría que conseguir una muestra de mucosa bucal, como se hace con los test de paternidad-. Sin embargo, todavía queda por saber si se podrá aplicar en la práctica, ya que aún no está claro si un gen introducido en el cuerpo con una única función -como aumentar la masa muscular- puede alterar otros tejidos que no tienen mucho que ver con dicha función.

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