Doping Genético. El dopaje del Siglo XXI
Por Borja Pérez
¿Cómo detectarlo?
Desde que la AMA incluyó en 2003 el dopaje genético en su lista de métodos prohibidos, la organización internacional comenzó a tomar medidas para intentar saber más acerca de esta práctica ilegal. Para ello, fomentaron las reuniones con deportistas de todo el mundo para explicarles los peligros de algo tan experimental como la terapia genética y crearon un panel de expertos que mantuvieran a la AMA a la vanguardia en cuanto a la detección de este tipo de tratamientos. Hasta ahí todo bien, pero la agencia pronto encontró una seria dificultad: si al insertar un gen en un cuerpo humano este ya forma parte de él, ¿cómo se sabe si se trata de un gen nuevo o ha estado ahí siempre? Las investigaciones de la AMA ya han dado su fruto en este aspecto: el gen introducido no deja pistas, pero sí lo hace la proteína que sintetiza, la cual se puede medir. Además, el gen puede tener un efecto sobre otros, creando firmas genómicas -patrones o pistas que se pueden seguir para descubrir rastros de dopaje genético-. Según David Howman, director general de la AMA: “El método de detección será similar al que usan los astrónomos para encontrar planetas: no pueden ver el planeta, pero saben que está ahí al observar el efecto que su gravedad ejerce en los objetos cercanos que sí son visibles”.
A día de hoy, hay cuatro proyectos financiados por la AMA que pueden convertirse en cuatro análisis para detectar el dopaje genético:
A través de los leucocitos de la sangre
Con un solo análisis de sangre, se podría saber si el deportista ha sido tratado con un gen que modifique el comportamiento de la hormona del crecimiento (buscando incrementar el nivel de masa muscular del individuo). Este gen afecta también a los leucocitos -los glóbulos blancos o las células que se encargan de la defensa de nuestro cuerpo-. La prueba permitirá descubrir en menos de un día si las células han sido modificadas genéticamente o no. Un test parecido ya se utilizó en los JJ. OO. de Atenas y los de invierno de Turín en 2006 (se sospechaba que algunos atletas estaban modificando su hormona del crecimiento mediante medicamentos, sin utilizar la genética). Es el estudio más avanzado pero, al tratarse de una prueba complicada de realizar, la AMA buscó un colaborador en el desarrollo de este control antidoping: la empresa alemana CMZ-Assay es la encargada de suministrar tanto los equipos necesarios para el test como la técnica adecuada para realizarlo; prevén que todo estará listo para finales de este mismo año.
Por la modificación del factor de crecimiento
Este estudio lo dirige Theodore Friedmann y se ha llevado a cabo en la Universidad de San Diego (California). Una modificación del factor de crecimiento sirviéndose del gen adecuado adecuado para ello podría ser detectada (pese a que en principio parecía imposible distinguir entre la IGF-1 producida de manera natural por el cuerpo y la que que se ‘crea’ tras introducir un gen) gracias a una pista que deja en la sangre; de esta forma, muchas células y tejidos afectados por la administración de IGF-1 llevarían su marca: una especie de firma (patrones anormales de información genética) que incriminarían al deportista dopado. De momento, Friedmann no ha hecho ninguna estimación sobre cuándo estará disponible como test antipodping.
A través de imágenes moleculares
Mediante una resonancia magnética nuclear y un líquido de contraste muy avanzado que se inyectará en el deportista analizado, se conseguirá una imagen molecular de éste. La ‘foto’ permitirá detectar cualquier cambio en la información genética de los tejidos del cuerpo del deportista, es decir, que si introducimos el gen que manipula la EPO, algunos tejidos -como los músculos- se verían afectados también por el mismo gen. Esta forma de detección está siendo investigada por el profesor Jordi Segura de la Unidad de Investigación Farmacológica. Buscando detectar la alteración de la EPO, el científico australiano Robin Parisotto ha desarrollado una prueba que también utiliza imágenes moleculares. Se prevé que esté lista dentro de dos años.
Programa global de detección
Se trata de un estudio dirigido por Jane Roberts desde el Laboratorio HFL, uno de los más antiguos del mundo: realiza controles antidopaje desde 1967. Propone un enfoque más global y práctico: el dopaje mediante manipulación genética alterará los genes de varios tejidos accesibles (como la mucosa bucal); estas variaciones podrían detectarse con técnicas muy avanzadas que identificarían patrones de genes asociados al dopaje genético. En teoría, sería la técnica más sencilla de aplicar -sólo habría que conseguir una muestra de mucosa bucal, como se hace con los test de paternidad-. Sin embargo, todavía queda por saber si se podrá aplicar en la práctica, ya que aún no está claro si un gen introducido en el cuerpo con una única función -como aumentar la masa muscular- puede alterar otros tejidos que no tienen mucho que ver con dicha función.
Para ver el resto del reportaje pincha aquí
A día de hoy, hay cuatro proyectos financiados por la AMA que pueden convertirse en cuatro análisis para detectar el dopaje genético:
A través de los leucocitos de la sangre
Con un solo análisis de sangre, se podría saber si el deportista ha sido tratado con un gen que modifique el comportamiento de la hormona del crecimiento (buscando incrementar el nivel de masa muscular del individuo). Este gen afecta también a los leucocitos -los glóbulos blancos o las células que se encargan de la defensa de nuestro cuerpo-. La prueba permitirá descubrir en menos de un día si las células han sido modificadas genéticamente o no. Un test parecido ya se utilizó en los JJ. OO. de Atenas y los de invierno de Turín en 2006 (se sospechaba que algunos atletas estaban modificando su hormona del crecimiento mediante medicamentos, sin utilizar la genética). Es el estudio más avanzado pero, al tratarse de una prueba complicada de realizar, la AMA buscó un colaborador en el desarrollo de este control antidoping: la empresa alemana CMZ-Assay es la encargada de suministrar tanto los equipos necesarios para el test como la técnica adecuada para realizarlo; prevén que todo estará listo para finales de este mismo año.
Por la modificación del factor de crecimiento
Este estudio lo dirige Theodore Friedmann y se ha llevado a cabo en la Universidad de San Diego (California). Una modificación del factor de crecimiento sirviéndose del gen adecuado adecuado para ello podría ser detectada (pese a que en principio parecía imposible distinguir entre la IGF-1 producida de manera natural por el cuerpo y la que que se ‘crea’ tras introducir un gen) gracias a una pista que deja en la sangre; de esta forma, muchas células y tejidos afectados por la administración de IGF-1 llevarían su marca: una especie de firma (patrones anormales de información genética) que incriminarían al deportista dopado. De momento, Friedmann no ha hecho ninguna estimación sobre cuándo estará disponible como test antipodping.
A través de imágenes moleculares
Mediante una resonancia magnética nuclear y un líquido de contraste muy avanzado que se inyectará en el deportista analizado, se conseguirá una imagen molecular de éste. La ‘foto’ permitirá detectar cualquier cambio en la información genética de los tejidos del cuerpo del deportista, es decir, que si introducimos el gen que manipula la EPO, algunos tejidos -como los músculos- se verían afectados también por el mismo gen. Esta forma de detección está siendo investigada por el profesor Jordi Segura de la Unidad de Investigación Farmacológica. Buscando detectar la alteración de la EPO, el científico australiano Robin Parisotto ha desarrollado una prueba que también utiliza imágenes moleculares. Se prevé que esté lista dentro de dos años.
Programa global de detección
Se trata de un estudio dirigido por Jane Roberts desde el Laboratorio HFL, uno de los más antiguos del mundo: realiza controles antidopaje desde 1967. Propone un enfoque más global y práctico: el dopaje mediante manipulación genética alterará los genes de varios tejidos accesibles (como la mucosa bucal); estas variaciones podrían detectarse con técnicas muy avanzadas que identificarían patrones de genes asociados al dopaje genético. En teoría, sería la técnica más sencilla de aplicar -sólo habría que conseguir una muestra de mucosa bucal, como se hace con los test de paternidad-. Sin embargo, todavía queda por saber si se podrá aplicar en la práctica, ya que aún no está claro si un gen introducido en el cuerpo con una única función -como aumentar la masa muscular- puede alterar otros tejidos que no tienen mucho que ver con dicha función.
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