jueves, 14 de febrero de 2008

¿Es este el club más legendario del mundo?

Por Raúl del Campo

Corría el año 1892 y a John Houlding le surgió un grave problema: poseía un estadio de fútbol –el mítico Anfield Road-, pero no tenía un equipo que jugara en él (acababa de expulsar de su campo al equipo de la ciudad, el Everton, por impago del alquiler). Así que decidió crear su propio club. De esta forma comienza la historia de uno de los clubes más legendarios de la historia del fútbol: el Liverpool FC, popularmente conocido como los ‘reds’, en homenaje a los colores que siempre le han vestido. Gloria, sufrimiento, tragedia y pasión son palabras asociadas de por vida a este mítico club: las ha conocido todas y cada una de ellas y, casi siempre, expuestas a la enésima potencia.
18 ligas inglesas, 5 copas de Europa, otras 3 de la UEFA, 7 copas de la reina, 7 copas de la liga, 15 supercopas inglesas y 3 más de Europa… son el balance del club más laureado de Inglaterra tanto a nivel nacional como internacional. La irregular trayectoria de sus inicios –pese a ganar cinco Ligas descendió durante varias temporadas a segunda división-, se enderezó definitivamente en 1959 con la llegada al club de un personaje que lo revolucionó de arriba a abajo: William Shankly.

El estilo Shankly
Shankly exigió algo totalmente innovador en ese momento: a él mismo. Como manager del equipo, sería quien elegiría la alineación. Shankly vendió a 24 jugadores e implantó una nueva filosofía de juego: en lugar de correr los jugadores, sería el balón quien lo haría. “Todo lo que tienen que hacer es pasar la pelota a los que llevan la camiseta roja”, explicaba el viejo Bill a sus jugadores. En el año 61 llegó el título de Liga de la segunda división, en el 63 el de Primera, en el 64 la Copa de Inglaterra y, al año siguiente, se volvió a conseguir otro campeonato de Liga.
El Liverpool ya contaba con todo lo necesario para dominar en Europa: un estilo de juego propio e intransferible, talento a raudales y un magnífico técnico. En 1973, los 'reds' ganaron su primer título europeo, la copa de la UEFA y, un año después, tras la conquista de una nueva copa inglesa, Shankly anunció su retirada. Le sustituyó su ayudante Bob Paisley, quien aplicó todas las enseñanzas de su maestro y culminó su gran trabajo: en 1977 los ‘reds’ alzaban por fin la ansiada Copa de Europa, en 1978 repetían triunfo; en el 79 y el 80 ganaron la Liga; en el 81 de nuevo la Copa de Europa... en total Paisley consiguió 6 Ligas, 1 Copa inglesa, 3 Copas de Europa, 1 de la UEFA, 1 Supercopa de Europa y 5 inglesas... en tan sólo 8 años. El Liverpool ya era un club de leyenda.

Descenso a los infiernos y regreso a la gloria
Fueron los años dorados. El máximo esplendor de un equipo que jugaba bien al fútbol, emocionaba a sus seguidores –no tienes más que ver el vídeo de la siguiente página- y lograba una cantidad de títulos apabullante, hasta que llegaron las tragedias. Los dramas de Heysel -1985- y Hillsborough –1988- marcaron para siempre su historia. Fueron dos sucesos completamente diferentes, tanto por sus causas, como por el balance de víctimas (en Heysel no murió ni un hooligan inglés, en Hillsborough, todos eran hinchas del Liverpool). Estos hechos causaron tal conmoción e hicieron tanto daño al club (entre otras cosas la UEFA le sancionó 10 años sin disputar competiciones europeas) que prácticamente le hicieron desaparecer del panorama futbolístico internacional durante más de una década.
Sin embargo, en los últimos tiempos parece que el club ha vuelto a recobrar el pulso: el triunfal 2001 –logró cinco títulos esa campaña-, junto con la Champions lograda en el año 2005 y la final perdida de este mismo año han hecho recobrar la autoestima a uno de los clubes con más solera del fútbol mundial. ¿Su secreto? Sus jugadores nunca caminan solos.


'You'll never walk alone'

Compuesta en 1945 por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein para su musical de Broadway “Carrusel”. En la obra, este canto a la amistad es interpretado tras la muerte del líder Billy Bigelow, para dar ánimos a Julie Jordan, embarazada y con un niño en ese momento, y repetido en la escena final para animar la ceremonia de graduación de Louise -hija de ambos-. De hecho, hoy en día es común que este tema se interprete en esta clase de ceremonias en Estados Unidos. Artistas de la talla de Frank Sinatra o Elvis Presley han alcanzado las listas de éxitos norteamericanas interpretándola.
En Inglaterra, la versión más famosa la realizaron en 1960 Gerry & The Pacemakers, un grupo de Liverpool que alcanzó con ella el nº1 en las listas británicas el 26 de octubre de 1963. De forma espontánea los aficionados la convirtieron en el himno del equipo y, desde entonces, la afición de los reds la canta siempre momentos antes del comienzo del partido.




Tragedias

Aunque de muy distinta naturaleza, las tragedias de Heysel y Hillsborough suponen una alargada mancha negra en la historia del Liverpool. La primera de ellas tuvo lugar en el estadio belga de Heysel, en Bruselas, durante los prolegómenos de la final de la Copa de Europa que iba a enfrentar a los ‘reds’ de Ian Rush contra la todopoderosa Juve de Michel Platini. Enloquecidos por el alcohol y el gusto por la violencia gratuita cuando salen de su país, los seguidores más radicales del equipo inglés comenzaron a cargar contra los Heysel'tiffosi' italianos. El pánico llevo a las carreras y éstas a una terrible avalancha que acabó con la vida de 39 aficionados italianos. Pese a todo, el partido se disputó –con triunfo de la Juve por un gol a cero– mientras algunos de los cuerpos inertes de los seguidores de la Juve seguían aún tendidos a los pies de las gradas. El Liverpool fue expulsado durante diez años de todas las competiciones organizadas por la UEFA.
La tragedia de Hillsborough fue bien diferente, aunque igualmente dramática: 96 personas fallecieron, aplastadas contra las vallas del estadio a causa de una avalancha, durante el transcurso del partido de semifinales de la Copa Inglesa que disputaban el Liverpool y el Nottingham Forest en Sheffield. La investigación posterior concluyó que en la tragedia no había sido consecuencia de ninguna acción violenta por parte de los aficionados: la causa fue el exceso de aforo y el mal estado del estadio, que no cumplía los requisitos de seguridad necesarios.
A raíz de estos dos sucesos el gobierno inglés, presidido por Margaret Thatcher, comenzó una durísima batalla para erradicar a los hooligans y mejorar la seguridad de los estadios.


BILL SHANKLY (1913-1981, Glenbuck, Escocia)

Bill Shankley

Pese a que no logró una gran cantidad de títulos –un campeonato de la Segunda División, dos ligas, una Copa de la Reina, una UEFA y la clasificación para una final de la Recopa-, es unánime la opinión de que Shankly ha sido el mejor entrenador de la historia del equipo inglés ¿Sus méritos? Transformar para siempre una institución anticuada y sin apenas recursos y convertirla casi en una religión para la gente de la ciudad. Sus humildes orígenes –de niño trabajó en una mina de carbón- hicieron que congeniara de una forma casi mística con los aficionados del Liverpool, una ciudad eminentemente obrera – y cuna de la revolución industrial-. La relación de complicidad era tal, que cuando en julio de 1974 anunció su retirada, los aficionados colapsaron la centralita del club y los trabajadores de las fábricas locales amenazaron con ir a la huelga si no regresaba su héroe.
Tal vez su principal virtud como entrenador era la de ser un excelente motivador: un buen ejemplo de ello es lo que le espetó a Tom Smith, jugador de los 'reds', cuando éste trataba de explicarle que su rodilla estaba lesionada y que así no podía seguir jugando. “Quítate el vendaje… y esa no es tu rodilla ¡es la rodilla del Liverpool!”.
Sus restos fueron incinerados en el crematorio de Anfield, situado junto al estadio del club de sus amores y el epitafio grabado sobre la estatua que se levantó en su honor a la entrada del estadio de Anfield resume el sentimiento de toda una ciudad: “Hizo a la gente feliz”.

Algunas de sus mejores frases:

-“En Liverpool hay dos grandes equipos: el Liverpool y los reservas del Liverpool”.

-“El balón no se cansa nunca”.

-“El primero es el primero; el segundo no es nadie”.

-“El fútbol no es una cuestión de vida o muerte; es mucho más que eso”.

-“Cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la clasificación para ver cómo va el Everton”.

-“Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, cerraría las cortinas”.

-“Si estás en el área y no sabes que hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos las
alternativas más tarde”.

-“También pasamos malos momentos: un año acabamos segundos...”.

-“El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego”.


The Kop

Ver a ‘The Kop’ animando a su equipo, entre pequeñas avalanchas y cantando a pleno pulmón el ‘She loves You’ de los Beatles no tiene precio.
Se trata de la tribuna más legendaria del estadio de Anfield Road. En 1906, la grada de uno de los extremos del campo fue bautizada como el Spion Kop -situación desesperada-, en recuerdo de los 300 ingleses, la mayoría de ellos de Liverpool, que murieron en el monte Spioenkop –en Suráfrica- durante la segunda guerra de los Boer, a finales del siglo XIX. Esta grada llegó a albergar a 28.000 espectadores, lo que la convirtió en una de las más grandes del mundo. Cuenta la leyenda que cuando el Liverpool ataca la portería que está justo delante de The Kop, sus seguidores aspiran profundamente para llevar el balónThe Kop hasta la red: por lo que el Liverpool suele jugar las segundas partes atacando sobre este fondo. totalmente en 1994, para que todo el mundo estuviera sentado. Su capacidad actual es 12.390 espectadores.
Las mujeres no pudieron entrar en ella hasta bien avanzado el siglo XX: en esta tradición se entremezclaba el machismo de la época con una razón de lógica demoledora. La grada estaba tan saturada que nadie podía salir durante el partido: los hombres solucionaban sus necesidades fisiológicas utilizando un cucurucho que fabricaban con papel de periódico… las mujeres lo tenían más difícil.

Símbolos

Dos años después de la creación del club los nuevos gestores crean el escudo: para ello, eligen el color rojo y toman como emblema el Liver -ave símbolo de la ciudad desde 1350-, situada sobre las siglas LFC –Liverpool F.C.-. Durante décadas éste será su emblema. Sin embargo, a finales de los años 80, el club quiere dotarse de un aire de modernidad y el antiguo escudo, que apenas había sufrido modificaciones en 100 años de historia, es rediseñado. Primero se encerró al Liver en un borde en forma de escudo y, bajo éste, se incluyó el nombre del equipo y la fecha de fundación del mismo. En la temporada 1992/93 (coincidiendo con el centenario del equipo), se le sometió a un cambio radical: se redujo el tamaño del ave para incluir dentro de la boca el nombre del club. En la parte inferior se mantuvo la fecha de fundación, por encima se situó el famoso ‘You´ll never walk alone’ y, sobre esto, unas extrañas formas barrocas. ¿Por qué? Sencillo: ese conjunto (la frase característica del club más la forma que hay justo encima) es una representación de las puertas erigidas en honor a Bill Shankly, las famosas ‘Shankly Gates’, inauguradas en 1982 tras el fallecimiento del legendario entrenador. Un año después, el club introdujo en el escudo la última variación destacable: las llamas que hay a ambos lados de éste. Éstas simbolizan el 'Hillsborough memorial', espacio situado justo al lado de las 'Shankly Gates' y en el que hay siempre encendida al menos una vela en recuerdo de las 96 víctimas de la tragedia de Hillsborough.

Otros símbolos
Pese a las numerosas remodelaciones que ha sufrido el estadio de Anfield, los vestuarios permanecen inalterables desde su inauguración. Son muy pequeños (aproximadamente una quinta parte de los del Camp Nou o el Santiago Bernabéu), es decir, casi del mismo tamaño que los de un campo de categoría regional español. Cuando los jugadores traspasan la puerta se encuentran con la siguiente leyenda: ‘Coming together is a beginning, keeping together is progress, working together is a success’ (Llegar juntos es un comienzo, mantenernos juntos es el progreso, trabajar juntos es un éxito).
También tiene su particular historia el 'Boot Room' o cuarto de las botas, donde Shankly y otros míticos técnicos de los ‘reds’ como Bob Paisley, Ronnie Moran, Joe Fagan o Roy Evans, se reunían alrededor de una taza de té para hablar de fútbol y diseñar las tácticas ganadoras del imbatible Liverpool de los años setenta y ochenta. Actualmente, en el espacio del Boot Room se encuentra la sala de prensa.
Del túnel de vestuarios también es legendaria la inscripción ‘This is Anfield’ junto al escudo del club, que todos los jugadores tocan antes de salir al campo. ¿Su objetivo según Shankly?: “recordar a nuestros jugadores para quien están jugando y a los rivales contra quien lo van a hacer”.


escudo del Liverpool


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Racismo en el Deporte. Los negros no pueden jugar con los blancos

En EE.UU. hubo una liga de béisbol para blancos y otra para negros hasta 1947. Hoy en día, en algunos estadios, los futbolistas negros sufren insultos incluso de sus seguidores. Repasamos algunos de los hechos más vergonzosos causados por el racismo en el deporte

Por Rubén de las Heras

Los deportistas negros no tienen nada que envidiarle a los blancos. Jesse Owens se lo demostró a Adolf Hitler durante los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. El atleta estadounidense logró, ante las mismas narices del 'Führer', cuatro medallas de oro (100 y 200 metros lisos, salto de longitud y relevo 4x100 metros), convirtiéndose en el gran triunfador de aquella edición de los Juegos en pleno apogeo del nazismo en Alemania. El aparato de propaganda nazi trató de aprovechar al máximo la atención que generaba la disputa de los Juegos en Berlín para promover la superioridad de la raza aria y mostrar a los de origen africano, a los que se calificaba como bastardos de Renania, como inferiores. La escena de Hitler abandonando el palco del estadio Olímpico de Berlín para evitar así felicitar públicamente -aunque sólo fuera aplaudiendo su triunfo desde su asiento- a Owens, tras presenciar su gesta, ha pasado a la historia del deporte. Claro, que si lógica era esa reacción por parte de Hitler, más duro debió de resultar para Owens el regreso a casa. Y es que, pese a todo, seguía teniendo más derechos en la Alemania nazi de 1936 (se le permitía, por ejemplo, alojarse en el hotel con el resto de compañeros blancos) que en su propio país. Así lo relataba Owens en su autobiografía (The Jesse Owens Story, 1970): “Cuando volví a Estados Unidos, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente”.
De hecho, los prejuicios racistas, que estaban a la orden del día en muchos países, y no sólo en el aspecto deportivo sino también en el resto de apartados sociales, han sido una realidad relativamente común hasta prácticamente nuestros días.

Una liga para negros… otra para blancos
Así, por ejemplo, hace tan sólo 60 años, los negros no podían jugar al béisbol en Estados Unidos… No al menos en la liga de los blancos: ellos tenían su propia competición, la 'Negro League'. Claro que estamos hablando de un país en el que, hasta pocos años antes, las personas de color no podían sentarse en el autobús en el mismo asiento que sus compatriotas blancos. O en el que las clases se impartían en aulas separadas en virtud del color de la piel.
Y es que, a lo largo de la historia, los deportistas de raza negra han sufrido todo tipo de desplantes, cuando no humillaciones, por parte de todos los estamentos deportivos. Incluso el Comité Olímpico Internacional ha sido ‘cómplice’ en alguna ocasión de estos actos: en 1968, por ejemplo, durante la celebración de las Olimpiadas de México, descalificó la actitud de Tommie Smith y John Carlos, dos atletas estadounidenses de raza negra que, durante el acto de entrega de medallas, protestaron públicamente por el trato que sufrían los negros en su país. El COI decidió que el escenario no era el apropiado para reivindicaciones políticas y les excluyó de los Juegos.

Kameni, humillado en su estadio
Desgraciadamente, en la actualidad, todavía siguen quedando en los recintos deportivos reminiscencias de ese lamentable pasado. En los últimos años han sido los actos provocados en torno al mundo del fútbol –al menos en el caso de España- los que han adquirido más protagonismo. Los ya famosos casos de Samuel Eto’o y de Luis Aragonés se podrían incluso tratar de justificar alegando la intención de descentrar al rival o motivar al jugador propio, pero en el caso de Kameni, portero del Espanyol, quedan muy pocas dudas sobre las intenciones abiertamente racistas de quienes le insultan: al meta del Espanyol le han llegado a lanzar plátanos en Montjuïc, su propio estadio. Según gente de su entorno, esos ataques han afectado a su juego y a su habitual carácter.




Racismo en el automovilismo

Uno de los episodios más vergonzosos de la historia de las competiciones automovilísticas tuvo lugar el 1 de diciembre de 1963, durante la celebración en Jacksonville (ciudad de Florida, uno de los estados con mayor implantación del Ku Klux Klan) de la carrera del Grand National, una de las pruebas de velocidad más prestigiosas de la época. Ese día, el piloto de raza negra Wendell Scott, quien llegó a participar en 495 carreras en diferentesWendell Scott competiciones, cruzó la línea de meta en primera posición. Sin embargo, el director de la prueba se negó a mostrar la bandera a cuadros que significaba la conclusión de la carrera y esperó a que el segundo clasificado finalizara la prueba para hacerlo. Para colmo, los organizadores no se atrevieron a entregarle el trofeo de ganador hasta que todo el público abandonó el recinto. Varios días después, los organizadores rectificaron e hicieron pública una nota de prensa en la que se otorgaba oficialmente la victoria a Scott y justificaba el lamentable espectáculo por un simple error, algo difícilmente creíble.
Tal vez, el mejor ejemplo de lo difícil que lo han tenido los pilotos de color en el mundo del automovilismo sea el de que hayan tenido que pasar 57 años para que un piloto de raza negra, Lewis Hamilton, debutara en la Fórmula 1.


Racismo en los Juegos Olímpicos

Sin duda, uno de los momentos más tristes y recordados de la historia de los JJ.OO. y del deporte en general fue el que protagonizaron Tommie Smith y John Carlos 1968, celebrada en México. Estos dos atletas afroamericanos que representaban a Estados Unidos lograron las medallas de oro y bronce, respectivamente, en la prueba de los 200 metros. Pero, durante la ceremonia de entrega de medallas, lejos de sentirse felices y exultantes por su triunfo, su rostro mostraba un semblante serio. Cuando comenzó a sonar el himno estadounidense ambos agacharon la cabeza y levantaron su puño,
John Carlos y Tommie Smithenfundado en un guante de color negro –que simbolizaba el ‘Black Power’-, para mostrar su repulsa por la discriminación que vivían los ciudadanos negros en la que se auto consideraba la nación más democrática del mundo: en ella, los negros no podían ni siquiera sentarse en los mismos asientos que los blancos dentro de los autobuses.
El atleta australiano Peter Norman, ganador de la medalla de plata, se solidarizó con sus compañeros de podio. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional no fue tan condescendiente con ellos: los expulsó de los Juegos alegando que no eran el sitio ideal para reivindicaciones políticas.


Racismo en el Béisbol

En Estados Unidos, cuna de este deporte, existía una liga para blancos –la MLB- y otra para negros –la 'Negro League'-. El origen de esta situación se remonta a marzo de 1887, momento en el que Adrian Anson, el entrenador más poderoso de la liga, reunió a todos los propietarios de los clubes para proponerles la necesidad de mantener 'puro' su deporte, ante la avalancha de jugadores de raza negra que habían comenzado a poblar los equipos de la Liga. Aquel mismo día se selló un pacto de caballeros por el que todos los propietarios se comprometían a no fichar a ningún jugador afroamericano, y a despedir a todos los que estuvieran jugando en ese momento.
Jackie Robinson
La marginación duró hasta 1947, año en el que A.B. Chandler –en ese momento máximo responsable de la liga- renegó del acuerdo: “Si un negro puede luchar para Estados Unidos en Okinawa o Guadalcanal, también puede jugar al béisbol”. Finalmente fue Wesley Branch Rickey, dueño de los Dodgers de Brooklin –Nueva York-, quien tomó la iniciativa y contrató a un talentoso bateador negro: Jackie Robinson. Robinson fue elegido mejor novato en su primera temporada y jugador más valioso de la Liga dos años después. Pese a ello, tuvo que soportar todo tipo de humillaciones: los lanzadores le tiraban la bola a la cabeza, los catchers le escupían en las botas, recibía constantes amenazas de muerte y, en muchas ciudades, debía alojarse, por seguridad, en un hotel diferente al de sus compañeros.


Racismo en el Fútbol

Si bien en España no podemos dar ejemplo: aún está cercano el recuerdo de Samuel Eto’o amenazando con abandonar un partido ante los incesantes pitos, acompañados de la imitación del ruido que emiten los monos, de la hinchada del Zaragoza cada vez que tocaba un balón; o la descontextualizada (aunque en cualquier caso reprobable) arenga del seleccionador nacional Luis Aragonés a José Antonio Reyes (en aquellos momentos compañero de Thierry Henry en el Arsenal): “Cuando vuelva
Samuel Etoo quiero que le diga al negro: yo soy mejor que usted”, le espetó durante un entrenamiento del combinado nacional; la situación no es tan dramática como en otros estadios europeos, especialmente italianos y holandeses.
Por ejemplo, en octubre del año 2004 el colegiado holandés René Temmink suspendió el partido de la liga holandesa que disputaban los equipos de La Haya y PSV por gritos antisemitas (los judíos y los árabes son los objetivos preferentes de los ultras holandeses). El odio a los hebreos también es extremo en las gradas del Olímpico de Roma cuando juega el Lazio (durante sus partidos es habitual ver la grada plagada de símbolos fascistas y Paolo Di Canio, delantero del equipo, fue sancionado por hacer el saludo fascista a la grada): en 1998 colgaron el cartel “Auschwitz vuestra patria, los hornos vuestras casas”, y en 2001, en un derbi contra el Roma, atacaron a su máximo rival con la siguiente pancarta: “Equipo de negros, fondo de judíos”.



El Apartheid

Se trata de uno de los casos más recientes, ya que en Sudáfrica estuvo institucionalizada por ley la separación de blancos y negros, en virtud del régimen político del apartheid, hasta 1991. Por supuesto, eso incluía que los deportistas de distinta raza estaban obligados a competir por separado. Tampoco se permitía que los equipos extranjeros que acudían allí fueran mixtos, ni que los equipos de personas blancas se enfrentaran con los formados por deportistas de raza negra. Afortunadamente, el COI intervino en 1959, prohibiendo a Sudáfrica participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y marginándola del resto de competiciones internacionales.


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